PIENSA JOVEN

Piensa Joven: qué papel juega la economía y el impacto que tiene en la sociedad

Te has preguntado cuántas empresas tienen un sentido de responsabilidad social

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Créditos: Foto: Freepik.es

¿Saben por qué odio la banca? Reduce la gente a números. Si el desempleo sube 1%, mueren 40 mil personas. Esta frase que dice Ben Rickert, el personaje de Brad Pitt en “La gran apuesta”, una película sobre la crisis del 2009, nos muestra que una persona no puede ser vista como un dato más dentro de una estadística, que no debe haber un divorcio entre la economía y la ética. Parece que hoy en día esta separación ya está hecha, sin embargo, no podemos dejar que esto siga siendo así.

Nos encontramos en un mundo donde lo más importante para una empresa es maximizar las ganancias a costa de lo que sea, aunque esto implique que haya salarios miserables u otras condiciones deplorables a las que se termina sometiendo a los grupos vulnerables. Adam Smith decía que la búsqueda del interés propio daría paso al bienestar de todos los miembros de una sociedad, sin embargo, no hace falta más que abrir Twitter y ver las noticias para darnos cuenta de qué tan erróneo es este argumento debido a que muchas veces los incentivos personales a actuar de cierta manera no congenian con el bien común.

Esta percepción egoísta del mundo en el que vivimos, donde todo es competencia y existe un afán por lucrar con cualquier cosa, nos hace estar cada vez más lejos del bienestar del ser humano. Hoy en día parece que no comportarse de forma ética conduce al éxito económico de una empresa, pero esto, ¿qué impacto positivo genera en nuestra sociedad? Nosotros deberíamos hacernos la pregunta de cuántas empresas tienen un sentido de responsabilidad social, es decir, si sus condiciones laborales son las mejores y respeta los derechos de sus trabajadores, si trata igual a hombres y mujeres, si su daño al ambiente es mínimo, o incluso si paga impuestos.

Nos daremos cuenta que tristemente muchas de ellas ignoran estos aspectos porque centran su atención en la búsqueda de utilidades. Por ejemplo, importantes compañías de la industria petrolera que gastan estruendosas cantidades de dinero en lobbies para controlar las políticas que hacen frente al cambio climático en los gobiernos alrededor del mundo o en la industria de la moda donde grandes marcas de ropa usan mano de obra infantil en sus fábricas para disminuir sus costos.

Las prácticas abusivas en el mercado son uno de los muchos elementos que aumentan la brecha de desigualdad por lo que no se puede desvincular por completo a la economía y al mercado de principios éticos. Existen estudios que demuestran que los países más desiguales, aquellos donde el estrato más rico gana hasta nueve veces más que el grupo más pobre, se enfrentan a un mayor número de problemas sociales como discriminación, nula oportunidad de movilidad social, altas tasas de embarazo en adolescentes y de mortalidad infantil, drogadicción y homicidios.

Necesitamos ser jóvenes con sensibilidad social, entender que es posible que un negocio genere ganancias y que a su vez tenga un impacto positivo en la comunidad, en el ambiente y en sus trabajadores. Todas estas condiciones no son incompatibles ni son imposibles y todo este cambio inicia con el reconocimiento del verdadero papel que tiene la economía como instrumento para alcanzar el bien común, no la acumulación de riqueza. Debemos empezar a ver la economía desde otra perspectiva, donde no se olvide y se respete la dignidad de la persona, una economía donde quienes participan en ella no usen el poder para establecer las reglas del juego que más les convengan, aunque esto implique quitarles oportunidades a otros.

Tenemos una ola de problemas aproximándose, el envejecimiento de la población, la creciente brecha de desigualdad, la desaparición de la clase media, y el desempleo tecnológico son solo algunos de ellos. Querer encararlos desde esta perspectiva egoísta y persistente en muchos de nosotros resultaría una ironía. Nosotros los jóvenes, los futuros líderes, empresarios, gobernantes y profesionistas, necesitamos empezar a cuestionarnos la forma como se han venido haciendo las cosas y si esto nos está llevando hacia donde queremos llegar: una sociedad justa, equitativa e incluyente.