EDUCACIÓN

Piensa Joven: La desigualdad educativa y la movilidad social frente a la pandemia

La emergencia sanitaria debilita los ya sesgados módulos de acceso a la educación y plantea un escenario poco favorecedor para la movilidad social.

TENDENCIAS

·
Hay quienes están estudiando desde casa, pero también hay miles que no. FOTO: CUARTOSCUROCréditos: Cuartoscuro

México es un país donde radican grandes brechas de desigualdad. Este problema traspasa a todos los aspectos de la vida e interfiere en la distribución de oportunidades y el acceso a ellas. La educación y su cobertura en México es un tema medular para el desarrollo y la movilidad social en torno a mejorar y facilitar el ascenso de una persona en la escalera socioeconómica.

La desigualdad educativa y las brechas entre la calidad de la educación de niños y jóvenes son reflejo del costo de oportunidad de la desigualdad social que radica en el país, entre escuelas, alumnos y familias de distintos estratos económicos.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), tan sólo durante el ciclo escolar 2018/2019, el 61% de la población total se matriculó en algún nivel de educación preescolar, primaria, secundaria, media superior o superior, mientras que el 8% de la población de 6 a 14 años no sabe leer ni escribir.

La emergencia sanitaria por la Covid-19 convocó a millones de niños, jóvenes y estudiantes a continuar con sus clases por medio de formatos en línea. El problema que existía previamente a la pandemia, hoy en día se acentúa debido a las diferencias entre los hogares a partir del equipamiento de tecnología de información y comunicaciones.

Desigualdad educativa

De los hogares de México, solamente el 44% dispone de una computadora y únicamente el 57% de los alumnos matriculados en primaria son usuarios de internet. Desde una perspectiva regional las desigualdades son más apremiantes, pues el 76% de la población urbana es usuaria de internet, mientras que en las zonas rurales sólo el 47% tiene acceso a la web. El panorama es aún menos favorable cuando se toma en cuenta el estrato socioeconómico y las brechas de oportunidades se hacen más evidentes.

De no ser amortiguado el contexto actual con prudentes políticas sociales y económicas contra-cíclicas de mediano y largo plazo, los resultados impactarán en otras esferas económicas como en el mercado laboral y la informalidad. Los estudiantes que se encuentran en educación básica aún no han completado el proceso de formación académica y las dificultades que se les presentan hoy en día, mermarán sus oportunidades para ser seleccionados en instituciones de calidad al no tener los instrumentos para competir con equidad de condiciones.

Hoy hay jóvenes que están estudiando desde casa, pero también hay miles que no. En un escenario de mediano plazo, no tendremos sólo a una baja población ocupada sino a gran parte de la población con bajas o nulas características para hacerle frente a las demandas del mercado laboral, lo que impactará negativamente en los ingresos por hogar y condenará a los nuevos egresados a la informalidad laboral.

Si bien, las tasas de abandono escolar previas a la pandemia rondan por debajo del 10% a excepción del nivel medio superior, es muy probable que éstas aumenten como consecuencia del poco acceso a las herramientas educativas virtuales y al problema que se enfrentan los hogares actualmente sobre estudiar o trabajar.

Este problema debe de ser atacado desde una perspectiva multidisciplinaria; desde el marco legal, institucional, económico, político, social y fiscal. La desigualdad educativa debe de considerarse un problema fundamental para contrarrestar los efectos de la crisis sanitaria, pero también económica, con un Producto Interno Bruto (PIB) decreciendo y miles de empleos perdidos, la movilidad social tendrá menores posibilidades de integrarse a la realidad de los niños y jóvenes del país en un mediano y largo plazo.

Gordillo Olguín, Jackelin

Twitter: @JackyOlguin

Facultad de Economía, UNAM