Columna invitada

Identidad biométrica: información contra la desaparición

Actualmente, la identificación oficial en México se obtiene al alcanzar la mayoría de edad, a través del Instituto Nacional Electoral (INE)

Identidad biométrica: información contra la desaparición
Ricardo Peralta / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

En México, la crisis de las desapariciones ha dejado una cicatriz profunda en nuestra sociedad. Desde 1964 se han reportado más de 275,000 desapariciones, con el 99% de los casos ocurriendo después de 2006. No se trata solo de números; detrás de cada cifra hay familias destrozadas, incertidumbre perpetua y un Estado que, hasta ahora, ha sido insuficiente en su respuesta.

El problema es estructural. La falta de bases de datos consolidadas, la dispersión de información entre instituciones y la ausencia de un sistema de identificación universal han complicado la búsqueda de personas desaparecidas. La propuesta de una Clave Única de Registro de Población con fotografía y huellas dactilares surge como una solución tecnológica que podría cambiar el rumbo de esta tragedia. Identidad desde el nacimiento: un cambio de paradigma.

Actualmente, la identificación oficial en México se obtiene al alcanzar la mayoría de edad, a través del Instituto Nacional Electoral (INE). Esto genera un vacío crítico: miles de niñas, niños, adolescentes y personas en situación de vulnerabilidad quedan sin un registro confiable en bases de datos nacionales. La implementación de un sistema de identidad biométrica desde el nacimiento no solo garantizará que cada persona cuente con una identidad única y verificable, sino que facilitará su localización en caso de desaparición.

Este sistema no es una idea nueva. Durante la primera mitad del sexenio pasado, la Secretaría de Gobernación propuso una Cédula Única de Identidad Digital, pero su avance fue limitado. Ahora, con el compromiso renovado del gobierno entrante, se plantea la creación de una Base Nacional Única de Información Forense, la Plataforma Nacional de Identificación Humana y una alerta de búsqueda inmediata en todas las corporaciones del país. Si bien estas propuestas representan avances, su éxito dependerá de su correcta implementación y de la coordinación interinstitucional.

Las desapariciones en México tienen múltiples causas: crimen organizado, corrupción, impunidad, entre otras. Pese a la existencia del Sistema Nacional de Búsqueda, los avances han sido insuficientes. Sin bases de datos unificadas y un protocolo efectivo de respuesta inmediata, la localización de personas desaparecidas sigue siendo un proceso lento y fragmentado.

Un paso clave para revertir esta crisis es consolidar el Certificado Único de Registro de Población (CURP) como la única fuente de identidad y reforzar su vinculación con una base de datos biométrica. En paralelo, la adopción de tecnologías avanzadas, como escáneres portátiles que cotejan huellas dactilares con registros del INE, ha demostrado su eficacia: en el último año, permitió la identificación de más de 6,000 personas en servicios forenses y fosas comunes. Esto confirma que la tecnología, bien aplicada, puede ser un aliado poderoso en la búsqueda de desaparecidos.

Sin embargo, la tecnología por sí sola no resolverá el problema si no va acompañada de voluntad política, fortalecimiento institucional y mecanismos de rendición de cuentas. Equiparar el delito de desaparición al de secuestro, establecer la publicación mensual de cifras de carpetas de investigación y garantizar recursos suficientes para la búsqueda son medidas necesarias, pero insuficientes si no se transforman en una política de Estado con resultados concretos.

Es fundamental cambiar la perspectiva oficial: las personas desaparecidas no deben ser consideradas difuntas, sino como individuos en proceso de búsqueda. Este enfoque no solo evita la revictimización de las familias, sino que obliga al Estado a mantener sus esfuerzos de localización y esclarecimiento.

El anuncio de la Presidenta de México, Doctora Claudia Sheinbaum Pardo, sobre el fortalecimiento de estas estrategias es un avance, pero su éxito dependerá de la capacidad del gobierno para operar a nivel interinstitucional con eficacia y transparencia. No basta con reconocer la crisis; es momento de enfrentarla con acciones contundentes.

Las desapariciones forzadas en México son una herida abierta. La identidad biométrica puede ser una herramienta crucial para cerrarla, pero solamente si va acompañada de una política pública real, efectiva y comprometida. Porque detrás de cada número hay un rostro, una historia y una familia que sigue esperando respuestas.

POR RICARDO PERALTA

COLABORADOR

@RICAR_PERALTA

MAAZ

 

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