En el marco de las deliberaciones para la aprobación la nueva Ley Nacional de Simplificación y Digitalización que modifica los artículos 25 y 73 de la Constitución, conviene hacer algunas reflexiones al respecto. Por principio, bienvenida La ley porque además de que indica que se quiere modernizar a la administración pública y los servicios que presta, incluirá a los tres órdenes, en una idea de homologación de los mismos, con el firme propósito de erradicar la corrupción.
No obstante, llaman la atención algunas de las intervenciones que se han dado en el Senado de la República, concretamente del Senador Gonzalo Yañez del Partido del Trabajo. Palabras más, palabras menos, entre los aspectos que destacó vía la iniciativa, es el avance que se daría a través de la digitalización, para erradicar la corrupción y la burocracia. Y en este último concepto, comienza su disertación en el que señala que la burocracia es adversaria de la democracia, porque según él, el poder de los burócratas no es compatible con el poder del pueblo; utilizando como ejemplo lo acontecido en países como la extinta Unión Soviética cuyo país se burocratizó y que por esa razón colapsó. La idea central dice Yañez, para cuidar el proyecto de la 4T, es cambiar la concepción del servidor público para que sus actuaciones estén orientadas al pueblo. Incluso desempolvó una iniciativa de su partido, que él llama, “la creación de la Universidad del Estado Mexicano para la Formación de Servidores Públicos”.
Van varias consideraciones sobre su argumentación: efectivamente se puede coincidir con él en que requerimos servidores públicos cercanos a los ciudadanos; de hecho, hay un consenso en el mundo sobre eso. Esto no es nuevo, hay mucha literatura que preconiza eso, están todos los estudios posteriores a la publicación de la burocracia de Max Weber, lo que se conoció en los años ochenta como la Nueva Gestión Pública o lo que ahora se identifica como Gobernanza. Y sobre la iniciativa de su partido (PT) existe el INAP desde hace 70 años.
¿De quién depende que las burocracias funcionen bien para evitar que colapsen? Depende de la política, de los políticos en turno, de la importancia y de la inversión que se haga en ella, para que la democracia funcione. De modo qué si su modernización está basada en el uso intensivo de tecnologías; de la existencia de burócratas profesionales y su capacitación permanente; de condiciones laborales adecuadas con sueldos competitivos, es más probable que se pueda contar con burocracias eficientes, eficaces, con bajos niveles de corrupción, transparentes y que rindan cuentas. Caso distinto, si la burocracia sigue viéndose como un botín, de la que todos los políticos se aprovechan, incluyendo a los propios burócratas a falta de profesionalismo, difícilmente se va a contar con instituciones que además de ser eficientes salgan de la sombra de la corrupción, pero si adicionalmente está la austeridad republicana mal entendida, la opacidad, entre otras cosas, más difícil todavía.
Dice el Senador Yañez que los gobiernos recientes heredaron una burocracia similar a la que él describió, por lo que vale preguntar: ¿Cuánto invirtió el último gobierno y cuánto invertirá el actual para corregirla y modernizarla? ¿Cuánto se ha avanzado en mejora regulatoria? ¿En qué aspectos se mejoró el servicio profesional de carrera que por ley existe? ¿Cuántos lugares se avanzó en la erradicación de la corrupción? Por último, si el futuro estará en la digitalización ¿Qué perfil de servidores públicos se requiere para estar al frente de su gestión?
POR RAFAEL MARTÍNEZ PUÓN
Integrante del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción.
@RAFMARTINEZPUON