Nunca hizo suyo aquello del “abrazos, no balazos”. La presidenta había marcado varias diferencias con su antecesor en materia de seguridad: nuevos nombramientos y reformas, más decomisos y detenciones, mayor coordinación entre distintos niveles de gobierno y con Estados Unidos. Pero tras el escándalo por el hallazgo de un campo de exterminio en Teuchitlán, Jalisco, Sheinbaum está dejando claro que hay cosas que, después de todo, no van a cambiar. Su primera reacción y la de sus defensores siguió el viejo libreto obradorista: no asumir responsabilidad, culpar a otros, sembrar dudas sobre la veracidad de los hechos, hacerse las víctimas y pretender que se trata de una campaña en su contra, descalificar a cualquier voz que exhiba la atrocidad y exija respuestas. Negar, negar, negar, de todas las formas imaginables.
Cuando estaba en la oposición, López Obrador siempre criticó a los gobiernos de Calderón y Peña Nieto por la crisis de violencia e inseguridad. Ya en la presidencia, nunca reconoció la gravedad de dicha crisis. Y ahora, cuando un colectivo de la sociedad civil dedicado a buscar personas desaparecidas encuentra una finca en la que desde 2019 la Guardia Nacional supo que había un crematorio clandestino, restos humanos y cientos de zapatos abandonados (https://rb.gy/8lw39e), la sucesora Sheinbaum se molesta y reclama “ya déjenlo en paz [...] Ya se les olvidó García Luna, ya se les olvidó la guerra contra el narco, ya se les olvidó Felipe Calderón [...] Espérense a la información”. Aunque ella no esperó para exonerar implícitamente a López Obrador; tampoco para traer a colación a García Luna, la “guerra” y Calderón. En cambio, sí fue paciente para guardar silencio sobre Peña Nieto, pese a que en su sexenio ocurrieron atrocidades parecidas como la de los 43 de Iguala y los casos Tlatlaya o Apatzingán. ¿Será que el pacto de impunidad con el expresidente Peña es parte del legado que le heredó López Obrador?
Con todo, en su mañanera de ayer, Sheinbaum hizo tres anuncios. Uno, con el que al parecer quiere corregir su respuesta inicial y diferenciarse otra vez de López Obrador, es que enviará al Congreso una serie de reformas para atender de forma integral el tema de las desapariciones, pues ella dice que siempre estará “del lado de las víctimas y de la justicia” (no como otros, se sobreentiende). Dos, que hay “una campaña de la oposición en contra de nuestro movimiento”, de “carroñeros” e “hipócritas” que tienen “mucho dinero”. Y tres, que “se está haciendo una investigación” sobre esa supuesta campaña, para saber quiénes están detrás y cuánto están invirtiendo. Un tercio es el deslinde respecto a su antecesor por los desaparecidos; dos tercios, la continuidad de la beligerancia contra sus opositores. Prioridades.
Por un lado, el gobierno de Sheinbaum está obligado a resolver las desapariciones de personas. Por el otro, el movimiento obradorista necesita inventarse una oposición, precisamente porque la que tuvo, ya desapareció.
POR CARLOS BRAVO REGIDOR
COLABORADOR
@carlosbravoreg
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