Frente al toro y la ley. La prohibición anunciada por Clara Brugada, jefa de gobierno de la Ciudad de México, descansa en el artículo 4º constitucional, donde se prohíbe cualquier violencia contra los animales. Así, los toros no podrán morir ni dentro ni fuera de la Plaza México… Falta saber si las peleas de gallos también se prohíben, y las de perros; si se cierran los mataderos de vacas, pollos, corderos, y… siguiendo lo dictado por la mencionada ley.
La prohibición de las corridas de toros como las conocemos, incluye la vida del toro, la prohibición del uso de objetos punzo cortantes como son las espadas y banderillas usadas en las corridas. Vaya… hasta nuevo nombre le crearon: “espectáculo taurino libre de violencia”. Esto es, la tauromaquia se transforma para ofrecer a los aficionados una razón de enojo y para los defensores de los anímales un triunfo.
Antes de continuar, necesito dejar en claro que yo no apoyo ni la cancelación de la fiesta brava como hoy la conocemos, ni la nueva propuesta del gobierno local y federal. No soy una persona de toros, pero sí quiero compartir los aspectos de lo que este ámbito cultural, económico, social significa.
La Ciudad de México no es pionera en evitar la muerte del toro en la plaza; Bogotá y Quito le anteceden, así como algunos cosos en el sur de Francia. Valga decir que solo en algunas plazas en este último país, pues al ser considerada una “fiesta ancestral”, en la mayoría de estas se dan todas las suertes de los tres tercios.
Algunos señalan que más que una tradición o cultura, se defiende la derrama económica que las corridas impactan. Y es que no es menor. Veamos: en nuestro país, la economía del toro se refiere a ese impacto económico que generan los festejos taurinos.
Creando empleos directos e indirectos. Además, aporta de manera directa a la economía a través de la venta de entradas y generando IVA al ser considerado un espectáculo. La economía del toro en nuestro país es una actividad que genera más de 220 mil empleos directos e indirectos que impactan en sus respectivas familias. No es poca cosa.
La derrama fiscal de esta industria supera los 800 millones de pesos al año, lo cual ayuda a dimensionar el tamaño de la fiesta brava o del arte de cuchillares.
A su vez, las aportaciones de las tres principales asociaciones taurinas a la Secretaría de Hacienda fueron de: 3 millones 750 mil pesos por parte de los ganaderos de lidia; 11 millones 98 mil pesos por parte de los matadores; y casi tres millones de pesos (2,980,000) de los subalternos.
Todo suma y esta prohibición impactará en los ingresos del SAT, tanto en los 800 millones por las entradas, como lo que pagan las asociaciones. Casi 900 millones de pesos solo en impuestos, más lo que genera de ingresos para las 220 mil familias, esboza lo que la tauromaquia significa.
Si además se consideran los más de 396 millones recaudados por ISR; más de 398 millones por IVA, 106 millones por IEPS y 250 mil pesos por el impuesto sobre los hoteles, la cifra ingresada al SAT supera los mil 800 millones de pesos al año.
Ahora bien, para los ganaderos taurinos, la crianza de toros es una actividad que también genera riqueza para quienes viven directamente de ello. Y saben que, con esta prohibición, empezará el desplome por la pérdida de muchos empleos directos, como son los picadores.
La monumental plaza de toros México, la mayor del mundo, con capacidad para 42,000 espectadores guarda silencio, mientras que los taurinos se preguntan si la discusión de la tauromaquia en la Ciudad de México viene a cuento. Y más en estos momentos.
Lo anterior dado que en todo lo demás de nuestra sociedad estamos pasando por el holocausto de los desaparecidos, de los crematorios, de los miles de muertos. Todos pedimos, entonces, que no solo la fiesta esté libre de violencia. Digo, ¿no?
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
COLABORADORA
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM
MAAZ