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Japón en Octavio Paz

Una excelente selección de textos que ilustra la fructífera relación de Paz con la cultura japonesa

Japón en Octavio Paz
Carlos Bravo Regidor / Radar de libros / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

“En el contacto con la cultura japonesa la obra poética de Octavio Paz alcanzó su definición”, dice Aurelio Asiain (Ciudad de México, 1960). Ese contacto tuvo múltiples episodios e intereses, pero ninguno tan trascendente como el relativo al haiku: un “poema suelto”, estrofa que se desprende del renga hakai (un género de poesía colectiva del que en sus orígenes formaba parte), cuya característica formal es la concisión, pues suele consistir en apenas diecisiete sílabas distribuidas en tres líneas de cinco, siete y cinco. A lo largo de su vida Paz leyó, tradujo, editó, escribió sobre y también fue autor de haikus, como “Prójimo lejano”: 

Anoche un fresno 

a punto de decirme 

algo –callóse.

En sus palabras, el haikú es “una pequeña cápsula cargada de poesía”; “una anotación rápida, verdadera recreación, de un momento privilegiado; exclamación poética, caligrafía, pintura y escuela de meditación, todo junto”; un “ejercicio espiritual” que “obliga al poeta a significar mucho diciendo lo mínimo”. La chispa poética del haikú se enciende, según la nítida interpretación de Paz, en el encuentro inesperado entre una imagen que remite a la quietud del mundo (la noche, el fresno) y otra imagen en la que brilla el relámpago de una sensibilidad consciente (lo que el fresno iba a decirle, pero calló).

“Japón en Octavio Paz” (Fondo de Cultura Económica, 2014) es una excelente selección –precedida por una erudita y fascinante introducción de Asiain– que incluye ensayos, notas, poemas, traducciones, entrevistas, cartas, comentarios y testimonios de Paz, pero también de autores japoneses o especialistas en Japón, sobre su fructífera relación con la cultura japonesa. Una joyita editorial.

Vuelvo a los haikus y a un par de detalles memorables. El primero es la diferencia que hizo la mano de Paz (que no hablaba japonés, pero se ayudaba consultando traducciones a otros idiomas, discutiendo con especialistas y, sobre todo, con los buenos oficios de su amigo Eikichi Hayashiya) en la traducción de “Sendas de Oku”, de Matsuo Basho. Según explica Asiain, una traducción “aceptablemente literal” de uno de los poemas más conocidos de Basho sería: “¡Este camino! / No va nadie por él. / Tarde de otoño”. Pero en la versión pulida por Paz se convierte en:

Este camino

nadie ya lo recorre,

salvo el crepúsculo.

El segundo detalle proviene del ensayo “Tres momentos de la literatura japonesa”. Paz comenta un renga hakai de Basho con otros poetas. En el penúltimo eslabón, Basho escribe: “Abriendo de par en par / la puerta norte del Palacio: / ¡la Primavera!". Y en el último eslabón, el poeta Kakei responde:

Entre los rastrillos

y el estiércol de los caballos

humea, cálido, el aire.  

Imaginé a Paz sonriendo al reparar en que Kakei estaba burlándose de la cursilería en la que a veces incurría Basho y optando por registrarlo con el siguiente guiño eufemístico: “el realismo de la última estrofa modera el excesivo lirismo de la anterior”.

POR CARLOS BRAVO REGIDOR

COLABORADOR

@carlosbravoreg

MAAZ

 

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