La llamada se dio. No deja de ser irónico que México se tuvo que sentar a discutir condiciones justamente cuando celebramos nuestra Constitución (esa tan pisoteada por la 4t) y sea en nombre de la misma que el gobierno mexicano haya protestado que Trump esté yendo contra el tratado que la Carta Magna reconoce y pone al mismo nivel que las garantías individuales.
¿Qué pasó con la llamada? Como la misma presidenta Sheinbaum lo informó en su mensaje en “X”, se pospone un mes la entrada en vigor de las sanciones arancelarias de Estados Unidos contra México mientras los gobiernos de ambos países se ponen de acuerdo en cómo proseguir en materia de migración, comercio y combate al narcotráfico.
Diez mil elementos de la Guardia Nacional es lo que el gobierno de México desplegará en la frontera norte para impedir la migración hacia Estados Unidos (¿cuándo hará lo mismo en la frontera sur pero para evitar lleguen centroamericanos a México?).
En la llamada se establecieron las condiciones sobre las que de ahora en adelante se llevará a cabo toda negociación con México. No es algo temporal. Trump encontró exactamente qué nos pone a parir chayotes como país y como gobierno: lo que les vendemos.
Más allá de que también hay costos para los estadounidenses (como el mismo Trump lo dijo), tenemos que visualizar que sus amenazas seguirán causando estragos.
Por eso es importante saber que hay formas de fortalecer los hilos que detienen esas amenazas para que cada vez que las utilice sea más complicado que las pueda cumplir o, bien, las mismas empresas norteamericanas establecidas en nuestro país sirvan de freno a los aranceles naranjas.
Se aplaude que Claudia Sheinbaum haya logrado al menos durante un mes parar la amenaza real de los aranceles sobre todos los productos que exporta México. Pero eso es tan solo el principio. Se pueden hacer cosas para que se vayan ampliando cada vez más los plazos para cada nueva renegociación.
Algunas propuestas:
Permitir que Trump brille en su discurso, mientras que México cree por su cuenta los incentivos reales para atraer la inversión directa (extranjera y nacional). Esto es, establecer fuertes incentivos fiscales para que la inversión venga a México. Lo cual incluye disminución en el ISR y la desaparición del Impuesto sobre la Nómina (¿por qué cobrar un impuesto a quienes están generando aquí puestos de trabajo?)
Tal vez el principal incentivo sea asegurar que los inversionistas directos sepan que cuentan con Estado de derecho. Esto es, jueces imparciales, una ley que no cambia a contentillo, que tengan los medios para una defensa justa ante el gobierno mexicano. Lo principal y más sencillo sería revertir la reforma judicial. Esa ventana de oportunidad aún no se ha cerrado.
Inversión en infraestructura funcional y de transporte como son buenas carreteras, puertos, hospitales públicos con mejor servicio. Y algo que va más allá de la infraestructura, la seguridad para el transporte tanto de mercancías como de personas.
Es urgente que los gobernadores de la frontera busquen a sus similares y los legisladores retomen las reuniones binacionales para también trabajar con otros niveles y poderes.
La llamada muy importante ya se dio, ahora apenas inician las pautas para las negociaciones de detalles.
Entiéndase: Trump no será el ogro o la panacea, él solo verá por lo que le exija su país. Hagamos de esa directiva su principal debilidad. Hagamos lo que sea necesario para que sea su clientela (población, congresistas, empresarios) la que indirectamente vele por nuestros intereses.
Tres en Raya
El mundial en dos años, organizado por Estados Unidos, Canadá y México… ¿Unirá a los países o no se llevará a cabo si Trump lo considera muy caro?
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
COLABORADORA
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM
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