La Encerrona

Soberanía, un recordatorio

La relación bilateral entre Estados Unidos y México siempre ha sido compleja y no es para menos, es la frontera con más flujo de productos, personas, dinero en el mundo

Soberanía, un recordatorio
Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

“Ya no es como antes, que los gobiernos se arrodillaban ante gobiernos extranjeros o que miraban fuera como ejemplos a seguir. Ahora no”. Claudia Sheinbaum

Ante los constantes -por no decir diarios- amagos del presidente Donald Trump hacia el mundo entero, pero en particular hacia nuestro país, la presidenta Claudia Sheinbaum ha repetido, ahora en el marco del Día de la Bandera, que “México es un país libre, independiente y soberano, y que su pueblo no permite la violación de su soberanía. El pueblo de México, bajo ninguna circunstancia, aceptará intervenciones, intromisiones o cualquier otro acto desde el extranjero que sea lesivo de la integridad, independencia y soberanía de la Nación. Tales como golpes de Estado, injerencias en elecciones o la violación del territorio mexicano, sea por tierra, agua, mar o espacio aéreo”.

La relación bilateral entre Estados Unidos y México siempre ha sido compleja y no es para menos, es la frontera con más flujo de productos, personas, dinero en el mundo. Sin embargo, esta relación se ha mantenido con base en la ley, pero sabemos que las leyes son interpretativas y para la lente del Trump 2.0, el derecho internacional es un adorno que, si no le sirve a “América”, está para desecharse. En tan solo un ejemplo, Trump ya ha decretado que los cárteles mexicanos serán tratados como organizaciones terroristas “en contra de Estados Unidos y así serán tratados” y esta implicación significa desconocer la soberanía mexicana.

Habrá que recordarle a Trump y a sus cercanos como Musk, Rubio, Ratcliff, Noem, Cole que México no es una extensión de su gobierno y, que como lo ha dicho ya la presidenta Sheinbaum, nuestro país recoge a carta cabal el concepto de soberanía, desde sus fundamentos souveraineté y superanus, con el sentido de “poder supremo”, pasando por los planteamientos de John Locke y Jean-Jacques Rousseau, donde “el Estado se basa en un contrato social por el que los ciudadanos transfieren su poder a un gobierno, que garantiza la seguridad y protección mutua pero mantiene la soberanía en el pueblo”, hasta lo establecido en la Constitución Francesa de 1791 en la cual “la soberanía es indivisible y reside en la nación”, y en la misma Constitución de Estados Unidos de 1793, “la soberanía reside en el pueblo; es indivisible, imprescriptible e inalienable”.

En este sentido, debemos recalcar que, dentro del sistema internacional, el Estado soberano se entiende como tal a todo Estado facultado para tomar por sí mismo sus propias decisiones sobre asuntos de política interior y exterior, sin estar sometido a ningún otro Estado por vínculos de colonialismo o dependencia. Esto implica que ningún Estado extranjero puede tomar decisiones por un Estado soberano respecto a sus aspectos internos o sus relaciones externas. Estos continuos recordatorios también deberían de estar presentes en otros mandatarios del mundo como Zelenski, Trudeau, Putin, Milei, Bukele, además de los grupos opositores -en nuestro país y a los del mundo-, quienes celebran los dichos y amagos de Trump como propios, yendo en contra de sus países, gobierno y, por supuesto, de la soberanía nacional.

Aunque exista tal asimetría de poder entre Estados Unidos y México, Sheinbaum deberá seguir en el mismo tenor: recordarle a Trump que México no es su patio trasero y que él no puede dictar las normas en nuestro territorio, mucho menos realizar intromisiones a diestra y siniestra. Lo complejo será pasar de los recordatorios a los hechos. 

POR ADRIANA SARUR

PAL

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