Munich, septiembre de 1938. Gran Bretaña, Francia, Italia y Alemania acuerdan que Checoslovaquia entregue la región de los Sudetes al gobierno Nazi. Hitler había amenazado con desatar la guerra si Checoslovaquia no renunciaba a esa parte de su territorio habitado mayoritariamente por población germana. Buscando apaciguar a Hitler y evitar una nueva guerra los líderes europeos Neville Chamberlain, Edouard Daladier y Benito Mussolini cierran el trato en ausencia de Checoslovaquia y Alemania anexa los Sudetes a su territorio.
La victoria empodera a Hitler que en el curso de los siguientes meses invade media Europa, incluidas Francia, Polonia, Dinamarca, Noruega, Holanda y Bélgica. El sacrificio territorial de Checoslovaquia fue tan solo el preámbulo de la Segunda Guerra Mundial. El ominoso acuerdo de Munich pasó a la historia como el fatídico error de pretender apaciguar a un dictador.
Munich, febrero 2025. La Conferencia de Seguridad internacional coincide con el tercer aniversario de la invasión rusa a Ucrania y el regreso de Trump a la Casa Blanca. En menos de un mes la posición de los Estados Unidos pasó del apoyo irrestricto a Ucrania, a respaldar el discurso de Putin y condenar al país invadido. La sombra de Munich reaparece ante la alineación de Trump con los deseos de Putin.
Europa reacciona y el presidente de Finlandia lo dejó en claro. La supervivencia de Ucrania como nación descansa en tres pilares: independencia, soberanía e integridad territorial. Ante el repliegue de Trump, corresponde a los europeos retomar la iniciativa para un proceso de paz garantizado por la Unión Europea y los británicos, pero con el respaldo de Estados Unidos.
Francia y Reino Unido preparan el terreno con Trump. Primero Macron lo corrige: Rusia es el invasor y Ucrania la víctima . No se puede confiar en un Vladimir Putin que ha violado promesas previas invadiendo Georgia y Crimea. Cumplir sus exigencias reforzará sus ánimos imperialistas y pondrá en peligro a otros países vecinos.
Después el nuevo primer ministro británico Keir Starmer refuerza el argumento: no se puede premiar al invasor ; la paz requiere de garantías duraderas. Junto con Francia, ofrece presencia militar, tropas y aviones. Escribo esta columna horas antes de la llegada de Zelensky a Washington. Viene dispuesto a conceder beneficios económicos a cambio de presencia norteamericana en territorio ucraniano. La propuesta parece seducir a Trump. Y para cerrar el negocio, Zelensky ha ofrecido su renuncia a cambio del ingreso de Ucrania a la OTAN.
Si los líderes europeos se doblaron ante Hitler en 1938, los de hoy buscan frenar a otro dictador y no repetir la historia. Como en 1938, el futuro de Europa, de Estados Unidos, de Occidente y del derecho internacional está en riesgo.
POR VERÓNICA ORTIZ
COLABORADORA
@veronicaortizo
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