Mirando al otro lado

Viene un mundo completamente diferente

La actual presidencia de Trump no tiene nada que ver con su gestión anterior. En su primera gestión, enfrentó problemas con la burocracia federal y los proyectos

Viene un mundo completamente diferente
Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al otro lado / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

La actual presidencia de Trump no tiene nada que ver con su gestión anterior. En su primera gestión, enfrentó problemas con la burocracia federal y los proyectos legalmente constituidos y presupuestados. Terminó su gestión con pocos avances y resultados mínimos. Y prometió regresar para completar su encomienda de demoler totalmente al Estado y al gobierno de los Estados Unidos. Participa, junto con China, Rusia e Israel en la construcción de un nuevo mundo, con fuerzas hegemónicas que pretenden decidir el futuro de todos sin la participación de los países secundarios.

En la actual ronda de gobierno simplemente está deshaciendo los programas que no le gustan, no importa su legalidad, necesidad, personal contratado o presupuesto adjudicado. Organismos enteros serán borrados del organigrama del gobierno federal.

Implementó el Schedule F, que le permite reclasificar a cientos de miles de trabajadores del gobierno como de “confianza”, quitándoles prestaciones y permitiendo su despido al antojo de sus jefes. Así podrá despedir a cientos de miles de trabajadores considerados “no-leales” a la nueva ideología política del gobierno. Su idea, consecuentemente, es convertir a los empleados públicos forzosamente en creyentes y seguidores de la ideología conservadora, populista y nacionalista del partido Republicano. El dilema de los empleados federales será ser fieles a Trump o ser despedidos.

Lo mismo sucede con las fuerzas armadas estadounidenses. Quiere convertir a los militares en un instrumento político, comprometiéndose con él en su proyecto internacional. Sea el que sea. Para tal propósito, despidió a todos los rangos superiores de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, especialmente si son negros, latinos o mujeres. Está en una campaña contra todo lo “Woke” en relación a las armas estadounidenses.

Una vez que Trump tenga el Estado americano bajo su absoluto dominio (Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial subyugados a su voluntad), procederá a preparar la incursión de Estados Unidos en la escena internacional. Los que piensan por él tienen un proyecto de dominio global, expresado claramente en el Project 2025, de la Heritage Foundation.

Su visión sobre el mundo del futuro es uno con grandes imperios, o países hegemónicos, que dominan el mundo e interactúan entre ellos exclusivamente. Lejos están los días de bloques liberales o iliberales de países grandes, medianos o chicos con los que hay que negociar. También se acaban los días de organizaciones multilaterales que le imponen reglas a todos los países por igual, en materia comercial, ambiental, de derechos humanos, etc.

Empieza a emerger el mundo sin organismos mundiales como la ONU, BM, FMI, OEA, etc. La salida de Estados Unidos de los acuerdos de COP, OMS, Derechos Humanos y otras es apenas el inicio de esas renuncias al concepto de arreglar los asuntos mundiales entre todos sus miembros. De ahora en adelante, la negociación será solamente entre unos cuántos.

Los think tanks que influyen en Trump están visualizando un mundo de poderes y centuriones en posición de combate, para imponer su voluntad dónde sea. De imperios fuertes o fuerzas hegemónicas que imponen su voluntad al resto del mundo.

Ese es exactamente el pensamiento que empuja a Trump a enfrentar a Canadá y México, con la clara noción de subyugación utilitaria. ¿Son países vecinos? Si, pero ya no en el esquema anterior de trabajar juntos y coordinar esfuerzos, como se hacía después de la Segunda Guerra Mundial. Ya no. Ahora es una relación de imperio a imperio, y los países definirán sus lealtades básicamente por su ubicación geográfica.

¿Cuáles son los nuevos imperios? Claramente Estados Unidos y China, con Rusia e Israel peleando su lugar como potencias regionales relevantes.

El pensamiento de esos países es siempre en términos de su seguridad nacional. Para Rusia, por ejemplo, su intención de conquistar Ucrania está en función de su defensa ante la posibilidad de una invasión del Oeste, a través de la planicie o meseta central europea.

Tuvo que frenar las tropas francesas de Napoleón en el Siglo XIX, y las tropas de Hitler en el Siglo XX, cuando cruzaron esa meseta para conquistar a Rusia/Unión Soviética.

Entender esto no justifica de ninguna manera la invasión rusa a Ucrania. Pero refleja el pensamiento de una potencia regional con pretensiones de ser el imperio de la región. El pensamiento chino imperial se refleja de la misma manera en el empeño por apropiarse de Hong Kong y Taiwán. El poder chino en la región no puede admitir esas fisuras en su proyecto más grande de seguridad nacional. Filipinas, Corea del Sur y Japón son vistos como amenazas a la consolidación del poder regional, por razón de proximidad geográfica,

En el caso de Estados Unidos, nunca había sido expresado como una pretensión imperial. Pero las expresiones de Trump al contemplar la apropiación de Canadá y Groenlandia son perfectamente congruentes con la idea de proteger, con criterio de seguridad nacional, el ártico norte de posibles incursiones rusas y chinas.

El hecho de que el ártico es un nuevo teatro de confrontación entre potencias se vio cuando un ruso que asistió a las negociaciones en Riyad entre Rusia y Estados Unidos reconoció que se puso sobre la mesa el tema del Polo Norte y las crecientes tensiones en la región. La idea de hacerse de Canadá y Groenlandia (más allá de la aparente imposibilidad de tal emprendimiento), expresa la visión de convertir a la masa territorial de Estados Unidos en una fortaleza inexpugnable.

Para completar el cuadro de la nueva visión de seguridad nacional en Estados Unidos incluye el control sobre el flanco sur: el Canal de Panamá. Ese territorio, cuyo canal efectivamente separa a toda América del Norte del resto de América Central y Sudamérica y, por tanto, es el lugar ideal para colocar una barrera defensiva de Estados Unidos.

Lo determinante es que México quedó atrapado dentro del perímetro de seguridad del nuevo mundo estadounidense. Y el problema es que, en la era del conservadurismo nacionalpopulista, Estados Unidos se está allanando a las tesis y propuestas de China, Rusia e Israel de que el mundo se va a regir, de ahora en adelante, por las normas, leyes y prácticas convenidas entre las potencias hegemónicas.

Y el resto del mundo se va a tener que acomodar a esas condiciones, México incluido. Los proyectos subnacionales van a empezar a distorsionar al entrar en contacto y caer bajo la influencia de esas fuerzas hegemónicas.

En aras de su sobrevivencia, México va a tener que ajustar su proyecto político a las nuevas condiciones de poder en el mundo México, y gran parte de América Latina enfrenta el mismo dilema. El problema es que va de por medio el bienestar de los pueblos.

Los líderes deberán entender las nuevas condiciones emergentes para evitar peligros y encontrar oportunidades. Tendrán que escoger sus batallas y decidir prioridades, con inteligencia y pensando en el futuro de sus pueblos. Lo que tienen que entender los líderes es que viene un mundo completamente diferente.

POR RICARDO PASCOE

COLABORADOR

ricardopascoep@hotmail.com
@rpascoep

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