Yo, Fernanda Tapia, a quien siempre me ha valido gorro la moral y las buenas costumbres. Disruptora, alocada, en contra de la mayoría de los convenios sociales retrógrados… en verdad nunca pensé que me fuera a preguntar: ¿En qué momento se perdió la decencia? ¿En dónde diablos ha quedado la vergüenza? ¿Cuándo se rompieron los protocolos diplomáticos y comenzó a gobernarse a través de las redes sociales? Efectivamente, especímenes nefastos han existido a lo largo de la historia, como un Calígula, un Hitler, un Pol Pot… pero a mí ya no me tocaron. Y los locos asesinos que gobernaron este país antes de 2018, por lo menos se preocupaban en que “no se les notara tanto la locura” y siempre negaban cualquier acusación. Ahora, pretenden que se les aplaudan los desplantes y las ocurrencias. Y lo peor de todo es que los países (y sobre todo los ciudadanos), no les exijan estudios psicológicos previos a ocupar sus cargos! El famoso doctor John Zinner aseguró que Trump viene siendo el resultado del “fracaso” en su infancia y que por ello ahora es “incapaz de atender cualquier problema más allá de su propia necesidad personal de adulación”. Y que la salud mental del presidente representaba una "amenaza existencial" para el mundo, ya que tiene la capacidad de lanzar armas nucleares en cualquier momento. Por otro lado, Mary Trump (sobrina del mandatario), quien es psicóloga clínica, afirmó en sus memorias, que es un "narcisista": “Siempre demasiado y nunca suficiente: cómo mi familia creó al hombre más peligroso del mundo”. Y qué tal otro que anda desatado y con un pie en bote, Milei. Imagínense esta infancia: un chaval de 11 años mira noticias sobre la guerra de las Malvinas en la tele. Se atreve a externar que “eso no va a terminar bien”. Su padre lo muele a golpes a tal grado que su hermanita se desmaya y salen (la madre y el padre), con la niña en brazos, rumbo al hospital. De allí le llaman a ese niño para decirle que, por culpa suya, probablemente la hermanita muera. Tarda casi 35 años en conseguir su primera verdadera amistad y 47 en lograr una pareja estable. En el intermedio hablaba con el espíritu de su perro, a través de su hermana que fungía como medium. Cincuenta años, después ese niño tan abusado y violentado, se convierte en Presidente. La pregunta aquí es: qué culpa tenemos nosotros de que estos chicos no hayan sido llevados al loquero a tiempo, quien con una buena terapia y medicación, podría haberlos convertido en hombres de bien. Que no estuvieran disfrutando con el terror que ocasionan a su alrededor o minimizando el desfalco de una nación. Porque además, este par han incurrido en actos parecidos en ocasiones anteriores. Lo de jugar con los ahorros del prójimo ya había sido puesto en práctica por Milei cuando era Diputado. Con resultados desastrosos. Aquí se cumple la frase: “echando a aprender, se pierde”. Y a decir del doctor Arturo Ortiz, lo único que no le puedes demostrar a este tipo de personajes, es miedo.
POR FERNANDA TAPIA
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