El Doctor Patán se metió a ver qué pasaba en X, o sea Twitter, y palideció de envidia. Uno a uno, los compañeros del movimiento se hacían la foto, credencial en mano, con el Andy, nuestro entrañable bodoque, heredero de la escuela política y moral, pero también, por qué no decirlo, de la genética privilegiada del Ex Quinto Presidente Más Popular del Mundo (EQPMPDM). Así que me dije frente al espejo, decidido: “Afíliate a Morena y sigue el camino que han tomado varios prohombres de la izquierda y del PRI. Con un poco de suerte, el día de la afiliada coincides con el bodocón y amacizas foto con él”.
En esas estoy, buscando un huequito en la agenda para lanzarme a la Cámara de Senadores, al módulo. He tenido momentos de duda, claro. Por ejemplo, ante la foto de Rocha Moya, que, todo sea dicho, no es precisamente una de las cumbres intelectuales y/o morales de nuestro movimiento. Luego me acordé, con cierta punzada en el hígado, de que también el Cuauhtémoc decidió afiliarse no hace mucho, en ese salto suyo de la socialdemocracia a la izquierda humanista mexicana, y de que digamos que a mi Cuau se le han deslizado dos que tres aparentes truculencias en su hoja de servicios. Así que empeoraron las dudas. De hecho, tanto dudé, que llegué a preguntarme si mi Sabina, ese intelecto único, no tendrá razón al decir que los corruptos estaban triunfando dentro del partido. Pero con Morena las dudas desaparecen rápido.
Lo que la compañera Sabi olvida es que nacimos así: cero hacer ascos. El movimiento tiene unos founding fathers que, a priori, no parecen los ideales. Como el licenciado Bartlett (que sigue soltero, ¿eh?; aprovechen). O el doctor Monreal, constitucionalista y lector. También les recuerdo que anda por ahí mi Napito desde hace rato. O Nachito Mier, el ídolo de Tecamachalco, Puebla. O el otro Nachito, Ovalle. O mi Bejarano, el profe, que podrá no haberse afiliado -confirmen, please-, pero vaya que es de los nuestros. O mi Lay. Más los que se han sumado en fechas recientes, desde los ya referidos, hasta Américo Villarreal, morenista cosecha 2017 (por cierto, qué bueno que ya le encontramos ocupación a su hijo), y hasta mi Pedro Haces, ¡torero!
Sí, siempre fuimos así. Morena, de hecho, es un gigantesco ejemplo de que, cristianamente, siempre es posible la redención, y sobre todo un ejemplo de fe del converso. Y lo que nos falta por ver. Cualquier día sorprendemos haciéndose la foto a la propia Sabi, que yo creo que ya anda en camino de asumirse, igual que la asumimos todos, como una trabajadora del movimiento. Poco menos que una empleada. Es más: bien por Adán Augusto, quien, como el boxeador de izquierda que es, llevó del cuello a Yunes para afiliarlo. Ni mandados a hacer, pues.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09
EEZ