Una Chaira en El Heraldo

Los convenencieros

Todos somos luz, sombra y claroscuro, pero no pretendo ponerme poética. Simplemente es una forma poco menos ruda de reconocer que algunos personajes se atienen a la poca memoria histórica que nos queda

Los convenencieros
Fernanda Tapia / Una Chaira en El Heraldo / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Todos somos luz, sombra y claroscuro, pero no pretendo ponerme poética. Simplemente es una forma poco menos ruda de reconocer que algunos personajes se atienen a la poca memoria histórica que nos queda (en épocas de las memorias externas) y a que algún ingenuo impresionable crea encontrar lógica en una retórica acomodaticia de estos personajes mitad hombre de negocios y mitad nuevo político, que ahora pretenden ponerle precio al mundo.

Me hacía sonreír la declaración del empresario Slim cuando abnegadamente aceptaba que ahora se “tendría que invertir un 25%” (haciendo referencia a los aranceles norteamericanos), pero que rechazaba tajantemente las reformas arancelarias para pagar impuestos en el país que le ha dado su riqueza. Qué tal Trump? De él se han escrito ya varios libros autorizados y demandados (pero no en librerías, sino en juzgados).

Datos? Hijo de un mega empresario llevó a la quiebra su herencia. En los años 70, la División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia lo multó, porque no quería rentar a los afroamericanos y puertorriqueños sus apartamentos de Brooklyn y Queens.  A sus 32 años, ya tenía en una mano a un abogado de la mafia. Y en la otra, tenía 15.000 departamentos en renta. Algunos dicen que se había hecho de un gran edificio a un costo ridículo, ya que se lo había comprado a un narco mexicano.

Para poder comprar más propiedades en la zona, primero se hizo pasar como el gran benefactor, metiendo a vivir ahí a cuanto vagabundo, drogadicto, dealer y demás finísimas personas encontró en las calles para que bajara la plusvalía y sacara de sus hogares a cientos de personas que no querrían vivir más en ese lugar. Sin embargo, al reconstruir (algo así como lo que quiere hacer ahora con territorio de Gaza), cambió las reglas del juego.

No importaba que una persona de color tuviese el dinero para pagar las rentas, este racista ahora entronizado, cambiaba los términos y condiciones del alquiler para batearlo. El abogado de Trump contrademandó al Departamento de Justicia por difamación y exigió un pago de 100 millones de dólares. Si se pregunta quién tendría los arrestos para algo así, simplemente le comento que el mentado Abogado de Trump era Roy Cohn, quien llevó a la silla eléctrica a un matrimonio del partido comunista (los Rosenberg), en el 53. 

De inquisidor macarthysta a abogado inmobiliario. Una década después, Trump compró tres casinos en Atlantic City y los llevó a la quiebra. Al dar una entrevista en ”60 Minutos”, el asunto político empezó a interesarle y declaró: “Alguien tiene que ayudar a este país. Y si no lo hace, el país y el mundo estarán en grandes problemas porque dentro de un corto periodo de tiempo, no habrá un país, ni un mundo”.

Por esas fechas, también dio a conocer su departamento en Nueva York. Tres pisos en el que paredes, techo, escalera y los soportes de las lámparas de cristal cortado, eran todos de oro de 24 quilates.

POR FERNANDA TAPIA

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