A menudo descubro que mi círculo de personas cercanas están muy ocupadas estudiando maestrías, tomando cursos, diplomados, trabajando más de ocho horas al día, empezando proyectos independientes y cuando llegó a tener momentos tranquilos, me siento culpable, como si estuviera perdiendo el tiempo y mi dilema es: ¿por qué me cuesta tanto no hacer nada?
La raíz podría ser que percibo que una persona productiva tiende a tener mayor reconocimiento social que aquella que se toma la vida con calma, frases como “el tiempo es oro” “a descansar al panteón” o “descansar es de débiles” reafirman el hecho de que nuestro valor está ligado a nuestro nivel de productividad.
El resultado es que muchas personas nos volvemos adictas a la productividad o nos sentimos mal cuando no estamos ocupadas. Y sí, la adicción a la productividad es real en nuestro país, de acuerdo con el reporte más reciente de OCCMundial el 49 por ciento de los trabajadores en México ha experimentado workaholism o adicción al trabajo al menos una vez en su carrera.
Además, un estudio de la OCDE reveló que México es uno de los países con más horas de trabajo al año, pero con uno de los niveles de productividad más bajos. Es decir, trabajamos mucho, pero eso no significa que seamos más eficientes.
Durante el año pasado, sentí culpa por tener tiempo libre, incluso después de cumplir con mis obligaciones y actividades cotidianas como trabajar, hacer ejercicio, cocinar y entonces empecé a creer que estaba mal y empecé a ocuparme, tomando cursos, leyendo, lo cual he disfrutado, pero para ser honesta me sigue conflictuando tener tiempo libre.
¿Cómo aprender a disfrutar del ocio sin culpa?
? Replantear el ocio como una necesidad, no un lujo. El tiempo libre no es tiempo perdido, es recuperación. Así como dormir al menos 7 horas para tener energía al día siguiente, las pausas me ayudan a ser más creativa y productiva.
? Conectar con algo que me motive. Me di cuenta de que lo que realmente me incomodaba del tiempo libre no era la inactividad en sí, sino la sensación de que no estaba haciendo algo importante con mi vida. Por eso, con ayuda de una profesional, tracé un plan para mis próximos años. Tener una dirección me ha ayudado a valorar esos momentos de descanso como parte de mi proceso de vida, en lugar de verlos como tiempo desperdiciado.
? Aprender a disfrutar el ocio sin culpa. Leer por placer, descansar, ver una serie, salir a caminar sin un objetivo, ver a las personas que quiero, todo esto es importante aunque no genere ganancias económicas.
? Aprovechar el momento en el que estoy. En esta etapa de mi vida, a la par que siento que es la más productiva, también tengo la oportunidad de llevar una vida relativamente tranquila y tener tiempo libre. Cosa que no tuve antes y no sé si lo tendré después. Por experiencia sé que las cosas cambian de la noche a la mañana y nos queda la nostalgia de los buenos tiempos.
? Ser honesta conmigo misma. Ante la culpa de perder el tiempo, hice una lista de todas las actividades que realizo en el día y descubrí que no soy improductiva, solo he aprendido a administrar mi tiempo.
Aprender a valorar el ocio no significa que soy menos ambiciosa o que no tengo metas, más bien es comprender que en verdad “hay tiempo para todo”.
POR DULCE ELENA GALINDO VILLA
COLABORADORA
@DULCEGALINDOVILLA
MAAZ