“La edad de oro de Estados Unidos empieza ahora mismo”: Donald Trump
En México, ni en el mundo entero, debemos estar sorprendidos con lo realizado por Donald Trump en su primera semana de labores. A tan solo unas horas de asumir su cargo como el mandatario número 47 de la Unión Americana, firmó igual número de acciones ejecutivas, órdenes ejecutivas y memorandos presidenciales. Ya sabíamos que el neoyorquino tiene prisa para volver realidad todo lo dicho en campaña. Solo que esta vez, a diferencia de su primer mandato, ahora tiene a Silicon Valley (¿o ellos lo tienen a él?) y “un mandato divino” que cumplir.
Entre estas signaturas están los temas más variados, empero la migración y seguridad en la frontera con nuestro país fueron en las que puso más empeño. Declaró emergencia nacional en la frontera sur, formalizó la designación de los cárteles de la droga y a las bandas criminales trasnacionales como organizaciones terroristas extranjeras, decretó de un plumazo que invalida el otorgamiento de ciudadanía automática para los nacidos en de inmigrantes indocumentados (aunque el juez federal John Coughenour, lo contuviera días después), también suspendió el programa de reasentamiento de refugiados y, en una acción por demás beligerante, ordenó a cientos de soldados trasladarse a la frontera para “sellarla”, aludiendo al tráfico de drogas y de personas. Jamás menciona el flujo ilegal de armas, pero ya lo sabíamos.
Como parte de “su estrategia” migratoria y su declaratoria de emergencia en la frontera sur, instruyó que se continúe con la construcción del muro fronterizo, eso sí, sin dejar claro quién, cuándo y cómo se va a financiar dicha “magna obra”. Aunado a esta gigantesca valla, el inquilino de la Casa Blanca arrancó su programa de “Quédate en México”, política que en su primera administración le valió regresar a aproximadamente 70 mil personas no mexicanas que solicitaban asilo y las envió a nuestro país en espera de audiencia. También terminó con el programa de asilo para cubanos, haitianos y venezolanos. Ya lo sabíamos.
Hacia el interior de su gobierno Trump también se apresuró a firmar decretos. La puesta en marcha de la oficina de Musk, el Departamento de Eficiencia Gubernamental que, concatenado a esto, mandó cancelar cualquier nombramiento nuevo para ser parte del gobierno federal, esto sin incluir al ejército y otras agencias de seguridad. Y, para las personas que ya trabajan en el gobierno, dispuso que nadie podrá hacer home office y tendrán que presentarse puntualmente en las oficinas a donde pertenecen. Además, echó para atrás las casi 80 iniciativas de Joe Biden, entre ellas el indulto a las 1,500 personas que irrumpieron en el Capitolio el 6 de enero de 2021.
Así, el regreso de Trump a la presidencia no tiene nada nuevo. Declaró una emergencia energética nacional, se salió del Acuerdo de París, desestimó y renunció al llamado “nuevo pacto verde” que Biden había impulsado, claro, el cual limitaba las tasas de contaminación y regulaba a la industria de los combustibles fósiles, además de incentivar los vehículos eléctricos. Pero, también, ya lo sabíamos. En esta semana -ajetreada- Trump instó a Putin a detener la guerra en Ucrania y si no lo hace -adivinen-, le subirá la tasa arancelaria. Ya lo sabíamos. Dejando atrás que Trump ha hecho lo que esperábamos que hiciera, no deja de ser un peligro para todo el orbe, para el sistema internacional, para el medio ambiente y para los derechos humanos. Esto es un recordatorio para no minimizar sus palabras ni sus acciones.
POR ADRIANA SARUR
COLABORADORA
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