El progresismo ha sido adoptado por todos los países occidentales en algún momento de su historia, de hecho, eso sirvió para acentuar aún más las diferencias con otras culturas como la musulmana. El progresismo permitió que este conjunto de naciones pudiera compartir una postura común sobre temas fundamentales, permitiendo lograr un nivel de integración que fomentó el desarrollo de las sociedades durante las últimas décadas.
Es así como la igualdad de género, la libertad de pensamiento y los derechos de las minorías, entre otros, dejaron de generar controversia en el mundo occidental para convertirse en derechos reconocidos y protegidos por los Estados. Sin ser perfecto y aún sin encontrar soluciones claras a distintos problemas como la desigualdad económica, el progresismo sentó las bases de las sociedades modernas y transformó la historia de la humanidad.
Podemos afirmar que las naciones más civilizadas del planeta han transitado entre dos posturas políticas a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial; el conservadurismo y el progresismo. Aunque existen matices y particularidades, las batallas políticas del mundo occidental se han librado en dos polos opuestos que reciben distintos nombres; izquierda y derecha, liberales y conservadores, capitalistas y socialistas, revolucionarios y reaccionarios, etc.
Hasta hace poco tiempo el mundo occidental parecía estar dispuesto a seguir adoptando posturas progresistas cada vez más disruptivas, es así como los derechos de las personas transgénero, la integración multicultural y la inmigración, eran temas que parecían estar transitando sin complicaciones. Pero actualmente algo está pasando, las sociedades cada vez son más renuentes a seguir adoptando cambios profundos en sus costumbres y estilo de vida.
En algunos países el progresismo parece estar llegando a su fin, los electores están optando por ofertas políticas cada vez más conservadoras, la victoria de Donald Trump en Estados Unidos y la caída de Justin Trudeau en Canadá, son dos claros ejemplos. A pesar de que sus propuestas coinciden en lo económico y en lo internacional, son diametralmente opuestas en los temas sociales y culturales, la apertura mostrada al progresismo está en pausa indefinida.
El conservadurismo “moderno” sigue apostando por modelos sociales más tradicionales, pero su batalla no es por regresar la historia hasta antes de la conquista de las garantías individuales, ese es un falso discurso. Su apuesta tiende más a tratar de conservar los esquemas sociales que fueron predominantes en los años 80s y 90s; la familia tradicional, las sociedades monoculturales y la ausencia de la ideología de género, entre otros temas.
La toma de protesta del presidente de los Estados Unidos será una fiesta para el conservadurismo, ahí estarán reunidos la mayoría de los líderes internacionales que comparten esta postura cultural y política, de ese tamaño es el reto que enfrenta el progresismo a nivel mundial. Además, Elon Musk, el hombre más rico sobre la tierra y quien mantiene una lucha personal en contra del progresismo, acompañará muy de cerca a Donald Trump durante su mandato, ese es el nivel de sus aliados.
Los siguientes años serán de cambios, en algunos lugares para atrás y en otros para adelante, y aunque así ha sido siempre, la relativa homogeneidad alcanzada por occidente está en riesgo de perderse.
Las luchas entre progresistas y conservadores serán cada vez más evidentes y más intensas, han llegado al punto de tomar posiciones irreconciliables y ese efecto se sentirá en nuestras sociedades. ¿Usted con quien se siente más identificado?
POR HÉCTOR SERRANO AZAMAR
COLABORADOR
@HSERRANOAZAMAR
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