Para nadie es un secreto: las apuestas están metidas en el deporte.
Es y será de muchas maneras la digamos “correlación”, también lo fue en la historia y no crean esto ha sido solo para la temática de la gran película “Eight Men Out” sobre aquel escandalazo con aquellos Medias “Negras” (White Sox desde entonces) de Chicago.
Fue precisamente en Chicago, aquella ciudad de Los Intocables y de Frank Nitty donde un pelotero se fue un poco confiadamente a aventarse una noche de mucho casino donde –como dice la canción– “le tocó perder”…
Por fortuna para este joven y muy prometedor no le tocó estar apostando ni a juegos de las Ligas Mayores o de algún deporte porque, por igual, seguramente habría tenido alguna observación sustentada y pues adiós los contratazos que bien pueden venir para él.
Lo del anterior párrafo, ya vimos lo sucedido con el hoy aún no perdonado Pete Rose, quien ni por error ha entrado al Salón de la Fama (¿sería merecido?) siendo el indiscutible Rey del Hit y un pelotero de mucha enjundia, no por nada le llamaban Charlie Hustle.
Aquí el tema es sobre CJ Abrams, tremendo paracorto (hoy podemos decir “de la organización”) de los Nacionales de Washington, equipo el cual para estas alturas de la temporada ustedes imaginarán ya no juegan para mucha cosa en el standing ido muy lejos para ellos desde hace días y semanas.
Pero Dave Martinez es un manager serio, no por nada ha logrado un campeonato primerísimo para esa franquicia (antes Expos de Montreal por cierto) y pues le ha tocado algo de “picar piedra” después de ese apoteósico triunfo la verdad inesperadón ante unos Astros de Houston fuertes en aquel 2018, con el dato curioso de que fue parte del staff del genio Joe Maddon con aquellos Cachorros de Chicago cuando desaparecieron la maldición en el 2016.
Un manejador así curtido no puede pasar por alto esas disciplinas, sobre todo si se sabe que este “angelito” estaba todavía a las ocho de la mañana de un día de juego temprano, es decir, cerca de cinco horas antes de que se cantara el playball en un juego donde casualmente este jovenazo de 23 años pues se fue a la primera pichada en sus dos primeros turnos al bate.
Obviamente hablaron timonel y gerente después del juego con este prospectazo y la medida quizá vista como “solución temporal” fue enviarlo a las granjas del equipo, esas sucursales donde debemos ser realistas y decir que todo parece aquello de la canción del inigualable José Alfredo Jiménez: la vida no vale… ok, lo cambiamos un poco, no vale tanto.
Es un cambio por demás drástico en esta óptica, para un chaval quien cumple sus 24 añitos en escasa semana, le puedes marcar la perspectiva de crecimiento y sí, su .246 y sus 20 vuelacercas y 65 carreras impulsadas en 138 juegos de esta campaña en curso, no son así de “ufff qué bruto”, pero caray, estos Nats están más muertos que…
Por supuesto cualquier medida iba a ser cuestionada, pero sí vale la pena preguntarse: ¿no era mejor un curso de sensibilización ante el tema y motivarlo para un mejor nivel de pelota?
POR ALEJANDRO AGUERREBERE
COLABORADOR
EEZ