Desde Afuera

¿Democracia? ¿Según quién?

La cercanía ideológica con el capitalismo o con principios que no justifican la perversión del socialismo, como derechos humanos o civiles, son condenados

¿Democracia? ¿Según quién?
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Una aparente tendencia de dictadores y gobiernos autoritarios parece ser la de autoproclamarse como "democracia", "patria" o "pueblo", en un ejercicio de liberalismo idiomático que desafía lógica y credibilidad.

Porque parecen determinar quienes pueden ser considerados como democráticos, patrióticos o seguidores de la voluntad popular según sea el nivel de respaldo a su gobierno. Y mientras más críticos, evidentemente, más enemigos de la "patria", de la "democracia" o del "pueblo", siempre y cuando se identifique a cualquiera de esos conceptos con el gobernante en turno.
Y no es algo nuevo.

¿Puede un presidente reclamar reelección democrática cuando el "triunfo” y su permanencia se basan en la violencia y la represión? 
¿Puede un gobernante que centraliza en su persona los poderes del Estado considerarse como democrático o como representante de la voluntad popular?

¿Puede un mandatario determinar quién es "fascista" con base en la posición que se asuma respecto a su gobierno?
¿O cuándo pretenda legitimarse mediante un fraude electoral al que luego trate de defender como triunfo democrático?

Evidentemente sí. Puede considerarse en algunos casos un ejercicio de convicción, especialmente entre aquellos que inician movimientos; en otros, simple cinismo, como en el drama venezolano: Nicolás Maduro se mantiene en el poder menos por su popularidad que gracias al mecanismo represivo que ha construido, como lo ha hecho desde su derrota en las elecciones del 28 de julio: muchos creen en su derrota porque mientras la oposición mostró pruebas de su victoria, su respuesta sólo ha sido violencia.

La mayor concesión que ha logrado es el desconocimiento internacional de los comicios mismos.
Y sea lo que sea, el pretexto que usó Vladímir Putin para lanzar su invasión de Ucrania en 2022 fue evitar la llegada del “nazismo" a sus fronteras. Pero su maniobra sólo consolidó a un gobierno de derecha en Ucrania, electo democráticamente y sujeto a los vaivenes de una política abierta -que el señor Putin no acepta-.

¿Y el fascismo? No debió haberse molestado: podría verse en el espejo.
Como Maduro, que denuncia al "fascismo" pero se comporta como un seguidor. Después de todo, ¿quién mejor que él, ungido por un pajarito, para acusar con índice flamígero a quienes osan ganarle las elecciones?

El pecado de la oposición, es ese, ser oposición. Antes, durante la Guerra Fría -la primera, de 1948 a 1991-, los disidentes latinoamericanos principalmente eran acusados de “comunistas”. Hoy es al revés, la cercanía ideológica con el capitalismo o con principios que no justifican la perversión del socialismo, como derechos humanos o civiles, son condenados.

Pero claro, siempre hay excepciones, como estos detentadores de la verdad absoluta y la licencia para matar, que demandan además la simpatía y la solidaridad del mundo porque se declararán víctimas cuando son victimarios.
Y lo peor es que haya quien les crea porque les quiere creer.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS   

COLABORADOR    

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM                

@CARRENOJOSE1

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