Despertamos en un 16 de septiembre, después del último Grito de Independencia de Andrés Manuel López Obrador y con la entrada en vigor de la Reforma al Poder Judicial.
Eso que se sospechaba, se manifiesta: el afán de conseguir todo el poder por parte del movimiento político del Presidente.
Aparecieron pruebas paulatinas a lo largo de su sexenio, se asomaron del silencio y la oscuridad. Eventualmente, dada la prisa por aprobar la reforma al Poder Judicial antes del último día de este septiembre, fecha en la que AMLO concluye su mandato, ha quedado expuesta la manera de proceder de nuestro gobierno, tanto del oficialismo como de la oposición.
El Senado de la República –ahí donde deberían encontrarse los políticos más profesionales, así como el debate profundo y experto–, fue escenario de un espectáculo que descubrió parte de los acuerdos internos de las fuerzas políticas y la coerción del oficialismo. Uno cargado de prepotencia, irrupción, descaro y presión.
Desde la discusión de la Reforma Judicial en Comisiones, se notaba el rostro cínico de legisladoras y legisladores de la 4T, sabiendo que “la Reforma, va”. Sucedió, asimismo, el primer asalto a este recinto del Senado de la República por parte de manifestantes.
Insolencias fueron varias, entre ellas: la desobediencia de la suspensión judicial que negaba el voto de esta reforma en la Cámara alta; la mentira de la supuesta llamada entre el coordinador de Senadores de Morena y el presidente del Senado con el senador de MC que no llegó a la votación; así como los acuerdos que el PAN hizo con “los Yunes” y la puesta en la mesa de seis órdenes de aprehensión contra ellos. Imposible dejar de notar que esta situación fue declarada en la vergonzosa intervención del senador panista y aún presidente nacional de ese partido. Un intento de defensa que aumentó el escándalo.
También se hizo visible la coacción y el abuso que el poder político tiene sobre las fiscalías que supuestamente son autónomas y, con ello, el uso faccioso de la justicia para lograr los votos necesarios.
En la democracia hay quienes ganan y quienes pierden. Sin embargo, quienes claman por ella, reconocen que la lógica parlamentaria consiste en convencer con ideas, no con amenazas, aprehensiones y extorsiones.
De tal forma, el Grito de Independencia de ayer se presenta como uno ahogado para aquellos que defienden la democracia de los contrapesos, el debate y los consensos; quienes exclaman por la verdadera separación de los poderes democráticos y por una apertura al diálogo con la gente y al interior de las cámaras legisladoras. Por otro lado, “¡Viva México!” suena fuerte para quienes aceptan el país una sola mayoría, resuena el clamor de quienes celebran el “aplastamiento” de la oposición “como cucarachas”, por citar a un senador morenista. Un verdadero golpe de realidad.
POR MARLENE MIZRAHI
COLABORADORA
@MARLENEMIZRAHI
PAL
