Tres en raya

Marx Arriaga y la semilla de propaganda

El hecho es que a Marx, de apellido Arriaga, ha convertido la educación de los mexicanos en un coto de propaganda en lugar de palanca para el desarrollo y la construcción de un futuro como individuos y como nación

Marx Arriaga y la semilla de propaganda
Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Se enojó Marx Arriaga, director de materiales educativos de la SEP federal, porque en un diario de circulación nacional se señaló una verdad: el funcionario gastó 87 millones de pesos en adquirir 240 mil libros relativos al marxismo. Dinero que podía haberse invertido, al menos, en el Magisterio Nacional. Penoso ejemplo de la ‘revolución de las conciencias’…

Ya no aguantan nada, de veras. Los marea el poder y los prejuicios —sí, prejuicios—; esos que critican en otros pero que, como a este servidor público, los caracterizan.

Arriaga escribió en su cuenta de X: “¡Mil Gracias @El_Universal_Mx!
Mientras que los blancos barbados de ojos azules ven como un «gasto» la compra de libros; otros la asumimos como la semilla en la revolución de las conciencia[s].

¡Docentes mexicanos, exijan su colección antes de que estos enfermos intenten quemarlas!”.
Tan viscerales afirmaciones darían risa si no provinieran de un servidor público adscrito al sector educativo que “olvidó” licitar la compra de los libros en cuestión.

Y que además pasa por alto el usar la cabeza y ubicar ciertos detalles históricos.

Empezando por el hecho de que el único que ha sugerido NO leer libros y apagar el sentido inquisitivo de los educandos es él. De manera pública, al menos dos veces. “Leer por goce es un acto de consumo capitalista” dijo no hace mucho…

Marx, Lenin, Trotsky y casi toda esa retahíla de… pensadores tenían ojos claros. Y no pocos fueron unos buenos para nada. Vividores y mantenidos por sus esposas y amistades (Engels siendo una de ellas). Por cierto, ¿habrá leído Arriaga el “Manifiesto comunista”? Está plagado de referencias racistas y supremacistas.

Su mismo nombre y apellido (‘me refiero a Marx Arriaga) recuerdan a hombres barbados… Procede de una etimología vasca que significa: “pedregal”, “lugar de abundantes piedras”. La mayoría de los estudiosos apuntan a Navarra como lugar de origen de la familia Arriaga y sí, en aquella región de España abundan los barbados… Por cierto, el segundo apellido del funcionario es Navarro…

Ahora se entiende por qué el subcomandante Marcos dijo de este súbdito de Ya Sabemos Quién (aunque en realidad lo es de Doña Feminista Silenciosa): “los hay quienes son simplemente estúpidos, como el paradójico Marx Arriaga”.

Pero vamos más allá: el problema no es que él sea marxista (cada quien tiene su derecho a ser un mentecato), sino que con dinero público se hayan adquirido los mencionados libros para: (1) ideologizar a la juventud; (2) enriquecer a quién sabe quién (las fundadas sospechas surgen de que llevó a cabo una asignación directa sin que haya causales que la justifiquen; artículos 40 y 41 de la Ley de Adquisiciones).

Ya no digamos que esté totalmente documentado que dicha ideología —la marxista— está marchita; vaya, que no sirve para ninguna otra cosa sino para hacer miserables a las poblaciones cuyos regímenes políticos la aplican.

El hecho es que a Marx, de apellido Arriaga, ha convertido la educación de los mexicanos en un coto de propaganda en lugar de palanca para el desarrollo y la construcción de un futuro como individuos y como nación. Este señor ha retirado los libros de inglés y de matemáticas de los planes de estudio curriculares y extra curriculares de escuelas públicas (próximamente la prohibición será también en la educación privada). Él odia a México y en particular a los más necesitados, pues los condena a cada día tener menos alternativas para superarse.

La 4t transformó las ‘Escuelas Dignas’ y ‘Escuelas de Tiempo Completo’ en la indigna ‘Nueva Escuela Mexicana’ donde, en lugar de alimentos, a los chicos les suministran propaganda.

Menos educandos, menos retención del alumnado; generaciones que difícilmente sabrán leer y escribir, ya no se diga entender lo que leen. De hacer cuentas, ya ni hablamos. Es tal la ignorancia que los mismos morenistas prefieren tener a sus hijos en escuelas privadas, empezando por la familia López Gutiérrez.

A Marx Arriaga no le importa la educación, siembra una semilla de propaganda; la misma que en otras latitudes se ha probado no da frutos.

POR VERÓNICA MALO GUZMÁN 

COLABORADORA 

VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM 


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