A través de la comedia, desde tiempos tan añejos como la humanidad misma, tiene como finalidad inmediata la de entretener a un público, el cual está ávido de buscar una fórmula que le ayude a evadir la terrible realidad a fuerza de ser dura. Asimismo, la comedia, también desde antaño, ha servido de vehículo mordaz para criticar al poder político o a las cuestiones sociales.
El hacedor más célebre de comedias en la Antigüedad es, sin dudarlo, Aristófanes. Por medio de algunas de sus obras, el autor dirigía sus dardos hacia los sofistas, a los cuales consideraba como una sarta de embaucadores que lucraban con sus conocimientos. En la comedia Las Nubes, Aristófanes critica ácidamente a los sofistas y se da la libertad de personificar y encarnar a éstos en una sola persona: Sócrates.
De hecho, Las Nubes es la obra que menciona por primera vez la existencia del filósofo griego cuya vida, posteriormente, será atendida en obras de mayor catadura y elevada autoría (Platón, Jenofonte y Diógenes, entre otros). Sin embargo, en la comedia de Aristófanes, Sócrates es escenificado como un filósofo estrafalario y disoluto que tiene a cargo la educación del joven Fidípides. La intención de “educarlo” es para darle los argumentos “injustos” –mediante la retórica, la lógica y otras disciplinas– para que pueda evitar el pago de una deuda de juego que ha sido sometida a juicio.
Las Nubes tienen una enorme carga simbólica: Fidípides representa a una juventud susceptible de transitar entre la justicia o la corrupción; Sócrates a los sofistas de quienes ya sabemos Aristófanes tiene en baja estima; y, las enseñanzas socráticas no son más que la semilla de desprecio a lo que es justo (como, por ejemplo, el pago de una deuda lícita). Parte de esa educación involucra el desapego y burla a los dioses de la época, al modo de vivir honorablemente –en el contexto de la sociedad griega antigua–.
Hay que entender que se trata de una comedia y que el problema y odio de Aristófanes es con los sofistas, no con Sócrates. Aunque éste tiene la mala suerte de ser la encarnación de aquéllos, sólo porque así se le ocurrió a Aristófanes.
Lo más sorprendente de todo es lo siguiente: 20 años después de haberse escrito Las Nubes, Sócrates fue juzgado y condenado a muerte bajo el argumento de ser un corruptor de la juventud. La principal fuente de la acusación en contra del filósofo se basó, ni más ni menos, que en la comedia de Aristófanes.
No cabe duda entre los especialistas: el juicio contra Sócrates fue una motivación política, que se repite hoy en día.
Si se me permite el paralelismo de lo que acabo de reseñar con los tiempos actuales de la justicia en México tendríamos algo más o menos como esto: la reforma judicial propuesta es algo así como Las Nubes, las personas juzgadoras los nuevos sofistas y Fidípides representa a la sociedad mexicana a la que se le inculca un odio falsario contra las instituciones de justicia, como recientemente se escenificó en Toluca por actores de la Universidad, con fines eminentemente políticos.
Esperemos que, con el tiempo una mirada en retrospectiva, el juicio popular al Poder Judicial devele claramente la intencionalidad política del momento. La historia sigue siendo una gran maestra.
POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA CARRANCÁ
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
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