El apoyo dado a la dictadura de Nicolás Maduro por parte de AMLO es un hecho. La pregunta es ¿por qué? y si ese apoyo es una correcta política del Estado mexicano.
Apoyar a Nicolás Maduro en las condiciones actuales es apoyar a una dictadura. Y es una dictadura porque es un régimen que golpea, secuestra, apresa y mata a sus opositores. Y porque cuando no gana una elección presidencial, la roba y se instala en el poder.
Y también porque ha colonizado políticamente a los Poderes del Estado para atrincherarse en el gobierno: los órganos electorales, el Poder Judicial íntegramente y las Fuerzas Armadas son instrumentos que Maduro controla directamente y hacen las veces de vocerías de la Constitución de ese país.
Tanto los actuales dueños del país llamado Nicaragua, como los herederos de Chávez en Venezuela, comandados por Maduro, aprendieron bien la lección de la revolución cubana.
Una vez que tomas el poder, debes crear un nuevo Estado con todas sus instituciones: Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial nuevos. Pero se recrean en función de las necesidades de la revolución. Si es necesario, usa la retórica de la democracia y el pueblo para afianzarse en el poder y de justificar las acciones emprendidas.
Lo sustancial es crear un aparato de control estatal eficiente y total que no deja lugar a dudas acerca de quiénes gobiernan el país, y quiénes seguirán gobernando durante las próximas décadas. La democracia popular significa que, al gobernar en nombre de los pobres, que son la mayoría en todos los países, es un gobierno que nunca dejará el poder.
¿Acaso no es una democracia plena el gobernar para la mayoría pobre del país? La lógica indica que es lo adecuado para cualquier país del mundo. Stalin y Mao gobernaron indefinidamente en nombre del pueblo pobre. Fidel y la familia en Cuba igual: siempre en nombre del pueblo y contra el imperialismo.
Ahí están las generaciones de la familia Kim Il Sung en Corea del Norte, cuyo nieto, Jim Jong-un es el actual líder y gobernante. Putin sigue en el poder después de 12 años, y acaba de cambiar la Constitución rusa para poder ocupar el trono hasta el año 2036.
¿Qué tienen en común todos ellos? Que tomaron el poder y transformaron el aparato estatal, colonizando cada resquicio de su estructura, como regla básica para nunca más dejar el poder en manos que no sean suyas. Y ese método de la creación de un nuevo Estado es lo que hace que desde 1949 el Partido Comunista Chino no haya perdido el control del país, a pesar de transformaciones internas en su modelo económico. Igualmente, como una enseñanza para América Latina y los futuros próceres, la revolución cubana tomó el poder en 1959 y no tiene la menor intención de dejarla, a pesar de las presiones ejercidas contra su gobierno durante 65 años.
Teniendo las mismas condiciones que esas naciones, el gobierno de Maduro tiene las condiciones objetivas para continuar en el poder hasta su muerte. Quizá las condiciones subjetivas obran en su contra en esta coyuntura (una derrota electoral inesperada y espectacular, por ejemplo), pero la revolución cubana resistió eso, y más.
Otro ejemplo heroico: Nicaragua y la dupla Ortega-Murillo, que se mantienen en el poder, con grandes presiones internacionales en contra. Pero internamente su control es férreo sobre el poder Legislativo y el Judicial. Las Fuerzas Armadas son suyas y le son leales-en- corrupción.
El aparato de terror, vía la policía secreta, es altamente funcional para intimidar a la población en general y para expulsar del país todos aquellos de disienten del régimen, o para usar las cárceles como hogar de los opositores más duros.
Entonces, ¿a qué viene el apoyo de Andrés Manuel López Obrador a Maduro? De los tres países “amigos” de Maduro (Brasil, Colombia y México), México es el que se ha desentendido de la tarea de pedirle a Maduro que presente sus actas. México se niega a asistir a las reuniones de la OEA, a pesar de ser miembro de esa organización. Colombia y Brasil asisten y votaron a favor de la resolución exigiendo que Maduro presente sus actas electorales. México, una vez más, no asistió a esa reunión.
La ausencia de México a las reuniones de la OEA para discutir el tema de Venezuela, dice más sobre México que sobre lo que dice de Venezuela o la OEA.
México no quiere decir públicamente lo que realmente piensa sobre la situación en Venezuela. Hasta ahora, AMLO y Sheinbaum repiten lo mismo: aceptaremos lo que diga el Tribunal Supremo de ese país. Como si no supieran que es un órgano del Estado venezolano copado al 100% por el madurismo. Es obvio que va a ratificar la victoria de Maduro.
Pero el embajador de México en Venezuela, Polo De Gyves, es un militante bolivariano comprometido con Maduro y, por tanto, es la expresión viva de la opinión más cercana de lo que AMLO considera es la posición correcta de México: apoyar la victoria electoral de Maduro, contra viento y marea.
El apoyo de México a Maduro se justifica de muchas maneras. La más socorrida es que la votación fue fruto de las presiones del fascismo y el imperialismo que, en alianza, lograron confundir a una porción importante del pueblo venezolano para que votaran contra Maduro y a favor de la oposición.
O sea, hubo “una votación manipulada” contra Maduro. Pero como una política de Estado es imperdonable que México mantenga su silencio frente a la imposición de una dictadura en un país latinoamericano. Habrán más razones detrás de ese posicionamiento.
Lo que asesores externos de las campañas electorales de AMLO afirman como un hecho es que recibió dinero de Maduro para su campaña del 2018. Ese es un compromiso fuerte. Y explica la presencia de Maduro en la toma de protesta de AMLO en diciembre del 2018.
Pero aún así no parecería suficiente para que el Presidente comprometa al Estado mexicano al silencio ante el fraude electoral más atroz en la historia reciente de América Latina y el asalto brutal a la democracia venezolana. Lo que puede ser el motivo de fondo es que AMLO tiene, entre manos, el mismo proyecto político que Maduro.
Es decir, la colonización total del Estado mexicano en sus órganos e instituciones para evitar que la 4T pierda el poder en los siguientes 10 sexenios. ¿Suena ambicioso? Lo es, pero sí lo pudieron lograr los cubanos, y Cuba es el modelo político que más admira el joven estudiante López Obrador. Visto así, a más de 60 años de la revolución cubana, nada es ambicioso, sino eminentemente posible. Como también es posible que, aún con todo el mundo en contra, Maduro podrá resistir la presiones y, atrincherado en el poder, y apoyado por amigos como López Obrador, sostenerse en su lucha y lograr una sangrienta imposición al poder.
Y, finalmente, AMLO y la 4T pretenden atrincherarse en el aparato del gobierno como el mejor método para eternizarse en el poder, igual que Maduro, Fidel y Ortega.
POR RICARDO PASCOE
COLABORADOR
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