Si Joe Biden ya tenía un camino cuesta arriba en su campaña para reelegirse, los últimos cinco días le han complicado aún más la tarea. Después de su muy lamentable desempeño en el debate contra Donald Trump el jueves pasado, el equipo del presidente dedicó todo el fin de semana a tratar de persuadir a partidarios y donadores de que Biden sí está en condiciones físicas y mentales no solo para la campaña y la elección, sino para poder aguantar cuatro años más en la Casa Blanca.
No les ha resultado fácil: desde el jueves por la noche el pánico se esparció por todo el campo Demócrata tras ver a su abanderado trastabillar repetidamente frente a Trump y volverse objeto de la sorna de su archirrival. Ni siquiera su notable mejoría al día siguiente en un evento en Carolina del Norte sirvió para tranquilizar los ánimos, al contrario, pues más de uno se preguntó cómo era posible tal contraste en su relativa vitalidad y concentración sería posible sin algún tipo de ayuda, digamos, artificial.
La preocupación por el estado de salud del presidente de la nación más poderosa del mundo no es nueva, y en más de una ocasión se había evidenciado en público, pero el debate fue una triste exhibición de su deterioro durante noventa minutos en que unos cincuenta millones de estadounidenses estaban pegados al televisor. Y para los que no vieron el debate, los clips de video, las fotos, los memes les recacalcaron la triste y preocupante imagen de un buen hombre venido a menos, disminuido.
Desde antes del debate las encuestas arrojaban datos preocupantes para los Demócratas. Gallup (news.gallup.com) comparó opiniones acerca de sus respectivos candidatos: 75% de Republicanos satisfechos de que Trump sea su candidato, mientras que solo un 42% de los Demócratas opina igual acerca de Biden. A un 76% de todos los encuestados les preocupa que Biden sea demasiado viejo, solo un 38% dice lo mismo de Trump.
Biden y su equipo enfrentan no solo preocupaciones y escepticismo de los suyos, sino la posibilidad de una rebelión antes o durante la Convención Demócrata a mediados de agosto para tratar de que el presidente decline a favor de otro candidato para evitar una derrota apabullante en las urnas el próximo 5 de noviembre.
Por si todo eso fuera poco, la Suprema Corte de EEUU acaba de determinar ayer que un presidente tiene inmunidad relativa frente a delitos cometidos durante su gestión. Eso querría decir que tal vez no proceda el juicio contra Trump por interferir con el resultado y la calificación de la elección de hace cuatro años. Ahí perdería Biden una poderosa herramienta de propaganda y Trump podría pavonearse en su inmunidad/impunidad.
El presidente Biden junto con su esposa y consejera Jill, así como las dirigencias de su partido y financiadores de su campaña tendrán que tomar una decisión muy pronto.
De eso puede depender que sobreviva o no la democracia estadounidense.
POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS
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@GABRIELGUERRAC
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