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La Agenda 2030, ODS 4: “A darle que es mole de olla”

Algo que no decimos lo suficiente acerca de la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es que son más que una lista de propósitos y principios: son una poderosa agenda acción

La Agenda 2030, ODS 4: “A darle que es mole de olla”
Alejandra Arvizu Fernández / Mexicanos Primero / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Algo que no decimos lo suficiente acerca de la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es que son más que una lista de propósitos y principios: son una poderosa agenda acción.

Mientras su marco teórico se encuentra contenido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los tratados internacionales, la Declaración del Milenio, y otros, la Agenda 2030 se enfoca en responder al ‘cómo’: ¿cómo erradicar la pobreza, el hambre y la desigualdad?, ¿cómo proteger los derechos humanos, el planeta y sus recursos naturales?, ¿cómo lograr un crecimiento económico sostenible, una prosperidad compartida y un trabajo digno para todas y todos? y ¿cómo logramos una verdadera justicia social?

En encontrar estos ‘cómos’ se ha trabajado muchísimo y desde diferentes perspectivas. La Agenda 2030 nos dice algo así como "Muy bien, después de discutir, arrastrar el lápiz y quemarnos cientos de miles de neuronas, sabemos y estamos de acuerdo que para lograr una verdadera justicia social debemos trabajar sí o sí en al menos estos 17 objetivos”.

Uno de estos objetivos, el ODS4, apunta a que debemos no solo preocuparnos, sino verdaderamente ocuparnos en garantizar una educación de calidad para las y los estudiantes. La educación se vuelve clave para lograr una justicia social porque es una de las vías que permite romper el ciclo de pobreza, brindar una comprensión profunda del mundo que nos rodea y ofrecer mejores oportunidades para todas y todos.

Pero ojo, la Agenda no se limita a nombrar los objetivos; también establece metas e indicadores específicos acordados por los países miembros, incluyendo nuestro México mágico, que funcionan como un mapa que marcan los caminos en los cuales nos debemos enfocar.

El consenso se alcanzó con la idea de que los esfuerzos dirigidos a lograr estas metas mejorarían las condiciones de vida de todas y todos, tanto hoy como en el futuro. En el ámbito educativo, estas metas e indicadores tienen como objetivo fundamental garantizar lo mínimo básico en los ámbitos de estar y aprender. 

Tomemos como primer caso la meta 4.1, que busca garantizar que para el 2030 todas las niñas, niños y adolescentes completen una educación primaria y secundaria gratuita, equitativa y de calidad, que conduzca a resultados de aprendizaje pertinentes y efectivos. En este sentido, el esfuerzo que se ha hecho en México para garantizar que las niñas, niños y adolescentes accedan y permanezcan en la escuela desde primaria hasta media superior es de reconocerse.

Gran parte del presupuesto educativo se ha destinado a solventar este aspecto, al menos desde la solución que ofrecen las becas. Sin embargo, entramos en territorio olvidado cuando hablamos de aprendizajes. Sin datos recientes al respecto, aun sabiendo que es un ‘cómo’ fundamental, decidimos ir a ciegas, reportando solo lo que nos dice PISA para 3° de secundaria y quedándonos sin datos desde 2018 para 3° y 6° de primaria.

Hacer nuevos planes y programas siempre suena atractivo, pero no sirven de nada si no hay un seguimiento que nos diga claramente si estas herramientas están abonando al cumplimiento del objetivo básico de la educación: el aprendizaje.

Por otro lado, la meta 4.a se refiere a la infraestructura escolar básica. Este tema no solo abarca el entorno donde se lleva a cabo la enseñanza y el aprendizaje, sino también las condiciones mínimamente dignas que deberíamos estar ofreciendo a cualquier persona (niña, niño, adolescente o adulto) cuando hablamos de acceso a sus derechos fundamentales.

Y en este sentido, se hace viva la expresión #MeDuelesMéxico. En pleno 2024, en nuestro país, 182,196 escuelas no cuentan con infraestructura adaptada para personas con discapacidad, 56,109 no tienen acceso a agua potable, 43,556 no disponen de lavamanos, 26,463 carecen de energía eléctrica y 5,950 no cuentan con baños. Utilizo la unidad ‘escuela’ pero es dignidad humana. 

Nuestro desafío con respecto a las otras metas e indicadores del ODS 4 de la Agenda 2030 no muestra un panorama mucho más alentador. Descansar en este momento sería rendirnos y admitir que no lo logramos.

Por eso, como dice nuestra tradición "a darle que es mole de olla", porque en México hoy en día lo básico no está garantizado, y nos queda mucho por hacer en términos de justicia social educativa. La Agenda 2030 nos plantea el desafío de actuar, y aquí nadie se rinde: ni el gobierno, ni el sector privado, ni las organizaciones de la sociedad civil, ni tú, ni nosotros, porque aprender importa. 

POR. ALEJANDRA ARVIZU FERNÁNDEZ
DIRECTORA DE MONITOREO DE POLÍTICAS EDUCATIVAS EN MEXICANOS PRIMERO 

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