Política Para A’Mar

Partido Verde, el negociador de nuestra democracia

Su habilidad le ha permitido ganar por tercera ocasión la presidencia de la República y posicionarse como segunda fuerza en la Cámara de Diputados Federal.

Partido Verde, el negociador de nuestra democracia
Marlene Mizrahi / Política para a'mar / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

El Partido Verde Ecologista de México (PVEM) está cosechando los frutos de su operación electoral. 

Descrito por La Mafia Verde como un partido “que lleva casi cuatro décadas siendo el negocio más rentable de nuestra democracia”, una vez más, demuestra dicha destreza.

Su flexibilidad – habilidad que todo negociador debe tener – le ha permitido ser el único partido en llegar por tercera ocasión a la presidencia de la República como aliado del PRI, PAN y ahora Morena. Sin embargo, aquello que lo distingue y lo lleva a posicionarse como segunda fuerza en la Cámara de Diputados Federal, va más allá de buscar ser coalición del partido que creen que ganará las elecciones: se suma a ello su conocimiento de aritmética.

Según aproximaciones realizadas con la norma vigente, el PVEM podría asegurar 73 escaños en la Cámara Baja, a pesar de solo haber obtenido el 8.4% de los votos y no haber ganado ningún distrito electoral de forma individual. La cantidad de diputados que obtendrá es ejemplo de su competencia matemática, más aún si la comparamos con el PAN y MC. El primero, con el 16.4% de los votos y triunfo propio en tres distritos, le serán asignados alrededor de 68 curules; mientras que el segundo, con 10.9% tendrá aproximadamente 26.

El Verde ha sacado ventaja del hecho de que las leyes electorales mexicanas eviten que un solo partido tenga la mayoría absoluta y la sobrerrepresentación (a partir de la cual ninguna agrupación política puede tener más de ocho puntos porcentuales de su votación emitida). Igualmente, ha usado a su favor las letras chiquitas de los convenios de coaliciones parciales, como las del 2021 y 2024. 

Sus otras alianzas electorales le facilitaron una serie de concesiones, como: identificar los distritos en los que prefiere no ir aliado o, incluso, en los que irá coaligado, con un candidato de otro partido, pero registrado como propio. 

Como un ejercicio puro de ingeniería política, conoce en qué estados debe ir solo para ganar plurinominales o separarse para ganar por primera minoría, esto le lleva a obtener espacios en el Congreso, al tiempo que consigue un mayor número de plurinominales.

Gracias a sus exitosos cálculos, está ahora en posición de negociar con Morena, quien requiere de sus votos en San Lázaro para alcanzar la mayoría calificada.

El éxito de un buen negociador se define, por supuesto, al obtener lo que quiere y el Verde tiene claro su objetivo: seguir creciendo políticamente para continuar con sus ganancias económicas. De ahí que, por ahora, no tenga incentivos para independizarse de la coalición gobernante.

Es natural sentir disgusto ante un buen negociador, principalmente uno que conoce las reglas, saca provecho de ellas, manipula y raya en la ilegalidad. Aún así, los demás competidores, principalmente los partidos de oposición, pueden sembrar una semilla si aprenden de estas capacidades.

POR MARLENE MIZRAHI

COLABORADORA

@MARLENEMIZRAHI

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