Columna invitada

La ejecución

Siendo un niño pequeño, Juan -quien nunca conoció a su padre-, junto con su madre y abuelo cruzaron el río y se establecieron en Tornillo, localidad limítrofe en el sur de Texas. Allí creció, fue a la escuela y aprendió a manejar, siempre del lado de su abuelo

La ejecución
Antonio Meza Estrada / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Foto: Foto: Especial

Le llamaré Juan para conservar la privacidad de su nombre verdadero. Recibió la inyección letal en la prisión de Huntsville, Texas, donde permaneció casi una década, ya sentenciado y esperando ese momento.

Siendo un niño pequeño, Juan -quien nunca conoció a su padre-, junto con su madre y abuelo cruzaron el río y se establecieron en Tornillo, localidad limítrofe en el sur de Texas. Allí creció, fue a la escuela y aprendió a manejar, siempre del lado de su abuelo.

Para navidad, su madre le regaló una reproductora de video, por lo que Juan se aficionó a ir a la tienda de Blockbuster a rentar películas para el fin de semana. Allí conoció a la dependienta, una güerita espigada, aunque poco comunicativa.

Hablaba lo necesario, pero Juan se enamoró de ella. La veía en la High School en las mañanas y por la tarde, dizque iba a rentar películas, pero iba a la tienda para verla.

Ese día fatal había sido la graduación. Era una noche de bochorno y Juan se paró en la tienda de conveniencia; venía manejando el coche que tomó de su madre. Se sintió valeroso y fue a ver a la dependienta. La invitó a salir y ella se negó. El la esperó a la salida y le ofreció llevarla a casa; ella aceptó, subió al carro. Juan manejo hacia un rumbo distinto. Se propasó y ante los gritos de ella, la golpeó y cegó su vida. Juan la dejó en un sitio aparentemente inaccesible.

Casi al amanecer, Juan despertó y fue con el abuelo y le contó todo. Llorando, el abuelo lo llevó a la Comisaría a entregarse y pedir perdón. Pero el daño irreversible ya estaba hecho. De nada sirvieron los alegatos ante el fiscal ni los testimonios del abuelo. Fue sentenciado a pena capital.

Como Cónsul de México en esa región, me correspondieron los últimos esfuerzos para evitar la ejecución: pedir la conmutación de la pena capital por prisión perpetua ante el gobernador del Estado. No fue posible. La SRE auxilio en todo a su madre y parientes, una vez que Juan fue ejecutado.

Lo velamos toda la noche en la iglesia de Tornillo. Al otro día lo sepultamos acompañados de los acordes de una cruz de madera.

POR ANTONIO MEZA ESTRADA

COLABORADOR

YERBANIS33@GMAIL.COM

MAAZ

 

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