Durante la era soviética, en Ucrania se construyó una infraestructura eléctrica muy poderosa. En 1990, Ucrania tenía una capacidad instalada de 60 GW que generaba 300 TW/hora de electricidad, suficiente para alimentar a su gran industria pesada. Tras el colapso de la URSS, Ucrania experimentó un declive generalizado.
La población del país se redujo de 54 millones en 1992 a 43 millones en 2022. En los últimos 30 años, Ucrania ha sufrido una fuerte desindustrialización que ha reducido significativamente la demanda de electricidad. En 2022, Ucrania generó sólo 155 TW/h (la mitad en comparación con 1990), con una infraestructura de 55 GW, aprovechada a menos de un tercio de su capacidad. La mayor parte de esa capacidad era nuclear (51%), térmica tanto de carbón como de gas (37%), hidroeléctrica (8%) y renovable (menos de 4%).
En marzo de 2022, las fuerzas rusas ocuparon la planta nuclear de Zaporiyia, que generaba 20% de toda la electricidad de Ucrania. Actualmente, la planta está desconectada de la red ucraniana y es probable que al final de la guerra Rusia utilice la planta para abastecer de electricidad a Crimea, a menos que Kiev recupere la planta por medios militares.
En tres oleadas de ataques (inviernos de 2022-2023 y de 2023-2024, y 2024) Rusia ha dañado o capturado más de la mitad de la capacidad de generación eléctrica de Ucrania.
En las dos primeras oleadas, Rusia atacó líneas de transmisión y otras infraestructuras para provocar apagones frecuentes. Pese al daño, Ucrania podía hacer reparaciones, aunque había un deterioro progresivo de la red.
Desde fines de marzo de 2024, Rusia está llevando a cabo ataques sistemáticos con drones y misiles directamente contra las plantas térmicas e hidroeléctricas. La capacidad instalada se ha reducido a menos de 20 GW (eran 55 antes de la guerra). El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha culpado a Occidente por el retraso en la entrega de sistemas de defensa antiaérea.
Hay dos razones que explican la decisión de Moscú de destruir la generación eléctrica ucraniana: el ataque de Ucrania a refinerías rusas, y el permiso que obtuvo Zelenski para disparar HIMARS contra territorio ruso.
A finales de mayo, Ucrania realizó el ataque más profundo en territorio ruso en lo que va de la guerra y, en menos de 24 horas, Rusia destruyó tres centrales eléctricas.
Se puede argumentar que Kiev tiene “derecho” a atacar en profundidad territorio ruso. Pero, en la guerra, es la realidad la que impone los límites. Si Ucrania, respaldada por la OTAN, está dispuesta a escalar una guerra que claramente va perdiendo, Rusia parece estar dispuesta a sumergir a Ucrania en la oscuridad y el frío. La civilización moderna es impensable sin electricidad.
Y pensar que alguna vez el Donbass fue una de las regiones más productivas y desarrolladas del mundo.
POR JUAN ARELLANES
PROFESOR DE GEOPOLÍTICA EN LA FACULTAD DE ESTUDIOS GLOBALES DE LA UNIVERSIDAD ANÁHUAC MÉXICO. SÍGUELO EN TWITTER
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