En el marco del Día de la Niñez, es urgente abordar una de las realidades más duras que enfrentan muchas niñas, niños y jóvenes en nuestro país: la orfandad como consecuencia de los feminicidios. La violencia de género no solo termina con la vida de las mujeres, también rompe el tejido familiar, dejando a miles en el desamparo. La magnitud de esta crisis es profunda, con muchas personas menores de edad enfrentando un futuro incierto tras el asesinato de sus madres. Estas niñas y niños, orillados a una realidad traumática y dolorosa, quedan en la sombra, invisibles ante los ojos de una sociedad que continúa luchando contra la crisis de los feminicidios en México.
A pesar de los esfuerzos por protocolizar la atención a estas personas en situación de orfandad, la implementación de estas medidas es inconsistente. La protección y el apoyo que necesitan es una promesa no cumplida de manera uniforme en nuestro país. Solo unos pocos estados han establecido programas específicos para abordar sus necesidades, dejando un vacío enorme en la mayoría del territorio nacional.
Las niñas y niños que quedan en esta dolorosa situación pierden a sus cuidadores primarios, además de que muchas y muchos han sido testigos de la violencia que acabó con la vida de sus madres. Esta doble victimización crea cicatrices profundas y duraderas que requieren atención especializada y un enfoque humano para asegurar su recuperación emocional y su bienestar a largo plazo.
Es necesario que como sociedad reconozcamos la urgencia de actuar con el interés superior de la infancia como principio rector. El Estado debe garantizar el derecho básico a la seguridad, así como el acceso a servicios de salud mental, educación y un sistema de apoyo social que acompañe a estas niñas, niños y jóvenes a lo largo de su desarrollo. Además, es crucial que se establezcan mecanismos de prevención para proteger a las mujeres de la violencia y, por lo tanto, evitar que más niños se vean forzados a enfrentar esta trágica realidad.
No podemos seguir tolerando la indiferencia ante el dolor de la niñez mexicana. Los huérfanos por feminicidio son un recordatorio sombrío de las fallas del Estado en combatir la violencia de género y en proteger a los más vulnerables. Estas niñas y niños no solo necesitan que reconozcamos su dolor; necesitan acciones concretas que restauren la seguridad y la esperanza en sus vidas.
La protección de estas niñas y niños más allá de ser una política pública, es un reflejo de nuestros valores como país. Requiere de un compromiso firme y acciones contundentes para asegurar que ninguna niña o niño quede desamparado tras la pérdida violenta de su madre. La lucha contra el feminicidio y la atención a sus consecuencias deben ser una prioridad inaplazable. Es nuestro deber moral e imperativo ético actuar ahora, más aún en este Día de la Niñez, cuando recordamos el derecho de cada niña y niño a un futuro seguro y feliz.
Itzel Arellano Cruces
Jefa de Oficina de la Coordinación del GPPAN en la Cámara de Diputados