El inicio de 2024 se ha visto marcado por la alarmante noticia de enfrentarnos al Día Cero: momento en el que podríamos quedarnos sin agua. Vivir los cortes de este servicio en carne propia me llevó a plantearme el siguiente dilema ¿realmente tengo una cultura de cuidado del agua?
Para resolver este dilema lo primero que hay que entender es ¿qué es el Día Cero? De acuerdo con una publicación de la Gaceta UNAM del 2018, donde se mencionaba que esa realidad era muy lejana y en caso de enfrentarnos a ella, significaría que el suministro libre de agua terminaría y la población tendría que acudir por su ración diaria.
Es importante aclarar que se habla de la escasez del agua en la Ciudad de México y área metropolitana. Además, meses después que se dio a conocer la noticia de que el 26 de junio sería el Día Cero, expertos y el mismo gobierno capitalino han reconocido que si bien, la ciudad enfrenta una crisis, no significa que estemos cerca de tener libre acceso a este líquido vital.
Los problemas respecto al suministro de dicho recurso tienen que ver con varios aspectos, como al fenómeno climático de la niña que ocasiona temperaturas más altas de lo normal y la falta de lluvias, lo que ha llevado a niveles mínimos en las presas que abastecen a la ciudad.
Por otro lado, está la falta de infraestructura nueva para el suministro del agua, ya que el sistema Cutzamala además de ser caduco, no ha recibido el mantenimiento adecuado, presentando fugas en toda la red. A esto se suma la sobreexplotación del recurso y el crecimiento poblacional en la ciudad.
¿Entonces qué puedo hacer yo ante este macro problema? Corregir mis pequeños deslices de desperdicio de agua, como disfrutar de un baño de regadera de más de 3 minutos, ¿en verdad puede hacer la gran diferencia? Debo reconocer, me siento un poco absurda tratando de implementar medidas del cuidado de agua, ya que, lo asoció como si no tuviera derecho de usar este recurso de manera libre.
En mi infancia me enfrenté a la escasez de este recurso: me bañaba con agua de lluvia, reutilizaba el agua de la lavadora para el baño y lavaba los trastes en cubetas. Considero que aprecio lo que es tener agua, sin embargo, es innegable que tener acceso a este recurso te da una mejor vida al disfrutar de un baño caliente en regadera y lavar platos en el fregadero.
Pienso que la mayoría aplica medidas de cuidado del agua, incluso de manera natural. Por ejemplo; me tardo un poco más en la regadera, pero no dejó la llave abierta durante todo el tiempo que me estoy bañando, solo cuando me voy a enjugar, si me voy a lavar la cara uso una charola, al lavar los trastes primero los enjabono y después los enjuago, y no sabía, hasta el día de hoy que con esas acciones contribuyo al cuidado del agua.
Lo que descubrí con esta columna es que quizá tengo mucho más cultura del cuidado del agua de lo que pensé y que a veces me castigo por acciones que quizá no afectan en gran medida la conservación de este recurso natural.
Y en dado caso que algún día lleguemos al día cero, lo único que sé es que, como buena humana que soy, tendré que adaptarme y activar mi instinto de supervivencia, tal y como ocurrió con la pandemia.
POR DULCE GALINDO VILLA
INSTAGRAM / @FUNDACION GRUPO ANDRADE / @DULCEGALINDVILLA
FACEBOOK / @FUNDACIONGRUPOANDRADE
PAL