Nos estamos acabando el agua, la estamos ensuciando y parece que no hemos caído en cuenta que es nuestro recurso más preciado. El agua y saneamiento es un derecho humano que debemos proteger y gestionar equitativa y adecuadamente, para garantizar un futuro a nuestras niñas, niños y adolescentes.
Este 22 de marzo se conmemoró el día mundial del agua y el lema seleccionado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) es: Agua para la paz. Cuando hay escasez de agua, se encuentra contaminada o si el acceso es nulo, las fricciones entre países y comunidades aumentan.
Se estima que más de 3,000 millones de seres humanos en el mundo dependen de este recurso que cruza por las fronteras internacionales -un 60% del flujo de agua dulce-, no obstante, sólo 24 países tienen acuerdos de cooperación en materia de sus cuencas transfronterizas.
Con un problema tan evidente, sumado al crecimiento de la población y a los efectos del cambio climático -que también debemos priorizar-, es momento de unirnos, especialmente entre países, para preservar y sanear este recurso vital.
En Baja California, de acuerdo con la profesora Michell Álvarez (2022) y un estudio del Colegio de la Frontera Norte, con la gestión actual del agua en el estado, la tendencia en su disponibilidad disminuye en las proyecciones hacia 2030 y 2050, convirtiéndose el manejo de este recurso hídrico en un serio problema y que se seguirá agravando.
A nivel mundial el panorama es similar. La ONU ha concluído que con miras a alcanzar las metas del Objetivo Seis de Desarrollo Sostenible para 2030, en materia de agua y saneamiento, debemos actuar seis veces más rápido en agua potable, cinco veces más en saneamiento y tres veces más en la higiene básica, sino no lo vamos a lograr.
Por ello, recomienda urgentemente:
1. Que los gobiernos y la financiación del desarrollo internacional aporten más fondos, resulta paradójico que en la medida que el problema aumenta los recursos disminuyen;
2. Subsanar la falta de información, ya que se desconoce a ciencia cierta la magnitud de la problemática del agua y su saneamiento;
3. Invertir en la fuerza de trabajo, promoviendo la "alfabetización en materia de agua" en los planes de estudio;
4. Implementar políticas de apoyo que promuevan la innovación en la materia, incluyendo a la inteligencia artificial; y,
5. Aumentar la cooperación internacional.
A este ritmo y sin tomar medidas drásticas, para 2030, habrá 2,000 millones de personas sin agua potable segura, 3,000 millones sin saneamiento y 1,400 millones sin servicios básicos de higiene.
En 2012 se incluyó en nuestra constitución federal la obligación del Estado a garantizar el derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico. Ya pasaron 12 años, ¿se está cumpliendo con esta obligación? y, nosotros, ¿la estamos cuidando?
Es momento de actuar.
POR JOSÉ LUIS AYOUB
COLABORADOR
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@jlayoub
MAAZ