La mayoría de las potencias o países emergentes buscan a través de una infinidad de estrategias cumplir con su interés nacional.
Entre ellas está el poder suave o soft power, como la diplomacia económica y cultural. Hemos visto casos interesantes en Asia, que es la región en la que tengo un mayor conocimiento, como el de China con la Nueva Ruta de la Seda, su diplomacia del Panda o, recientemente, su versión de los Guerrero Lobo que, según la BBC, "es un Ejército de diplomáticos chinos que defendió a ese país durante la pandemia".
En el caso de Japón tenemos su tecnología, comida, turismo, JPop (recientemente estuvo en México el famoso grupo Atarashii Gakko!) y, por supuesto, el famoso Japan Cool, una iniciativa que busca poner a ese país de moda en el mundo, con el fin de atraer inversiones, comercio y más turismo.
Sudcorea no se ha quedado atrás con su KPop, tecnología, automóviles y manufacturas que han inundado los mercados, especialmente de los países en vías de desarrollo. India lo ha hecho con el tema de la Yoga y meditación; Malasia con su frase de promoción, "Malasia, verdaderamente Asia", y así sucesivamente podemos hablar de los esfuerzos de otros países en la región.
En nuestro caso, todo indica que nos quedamos con el recuerdo de aquel imperialismo cultural de México que hace algunos años funcionó muy bien expresado en películas, música, baile, tequila y últimamente ciudades coloniales, zonas arqueológicas y playa, así como el posicionamiento de la marca Hecho en México.
Por una razón u otra, hemos marginado este tema, que es fundamental tanto para defender los intereses del país en el extranjero como para labores de promoción. Una característica de la estrategia de poder suave, como lo han hecho los ejemplos arriba descritos, es que han estado vinculados con la historia, la cultura o un elemento de cohesión nacional.
En China, por ejemplo, pocos chinos pueden estar en contra de la figura emblemática de los Guerreros Lobo o de los Panda o su historia milenaria; en Japón, no conozco a ningún japonés que no esté orgulloso del Monte Fuji, la comida y arquitectura japonesa, o por sus famosas Manga; en Corea del Sur, sus marcas y tendencias musicales enorgullecen a la mayoría de la población; en India, cualquier persona que es parte de ese universo y mosaico cultural practica o sabe qué es la yoga y la meditación. De Malasia ni qué decir del orgullo malayo presente en la comida y las tradiciones del país.
En este sentido, pienso que un elemento que deberá estar presente en una estrategia mexicana, es el componente identitario. Un buen inicio sería recuperar aquella figura emblemática de la época prehispánica que fueron los Pochtekatl (agentes comerciales y de inteligencia mexica) que sería parte de una nueva generación de agentes económicos internacionales que defenderían y cumplirían los intereses económicos y comerciales de México en el mundo a través del poder suave. De lo que hacemos al respecto en el CIDE, hablaré en mi siguiente colaboración.
POR: ADOLFO LABORDE
COLABORADOR
EEZ