Por encima de los intereses individuales o partidistas, debe prevalecer la defensa de la nación. Así lo recuerda la frase inscrita en letras de oro en el Salón del Pleno de la Suprema Corte: “La Patria es Primero”. Sin embargo, en la actualidad, esa máxima parece ceder terreno ante agendas políticas que priorizan la descalificación y el oportunismo, incluso cuando está en juego el bienestar del país frente a amenazas externas.
El reciente enfrentamiento entre la presidenta, Dra. Claudia Sheinbaum, y Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, es un reflejo de ello. Ante la amenaza de imponer un arancel del 25% a productos mexicanos, Sheinbaum respondió con firmeza, destacando los esfuerzos de México en migración, combate al narcotráfico y comercio bilateral, además de señalar el flujo de armas desde Estados Unidos que alimenta la violencia en nuestro país. Con inteligencia y moderación, propuso un diálogo respetuoso entre iguales para defender los intereses nacionales sin caer en confrontaciones estériles.
Sin embargo, desde dentro del país surgieron críticas que, lejos de sumar, parecían restar. En lugar de respaldar una postura que busca proteger la economía nacional y la dignidad de millones de mexicanos, ciertos sectores de la oposición se apresuraron a descalificarla. No se trató de cuestionamientos constructivos, sino de un ejercicio automático de desacreditación. Lo de siempre.
Apenas unas semanas atrás, se presentaban como guardianes de la Constitución y el Estado de Derecho, alertando sobre los riesgos de la Reforma Judicial. En ese momento, su discurso era solemne: México debía ser defendido de cualquier intento de vulnerar sus instituciones. Ahora, frente a una amenaza concreta y real pareciera que la urgencia desaparece.
Las relaciones entre México y Estados Unidos han estado marcadas por tensiones históricas. Sin embargo, este es un momento para cerrar filas en torno a la defensa de los intereses de las y los mexicanos de ambos lados de la frontera. La propuesta de la presidenta no fue un acto de improvisación, sino una estrategia que buscó equilibrar firmeza y diplomacia. Responder a amenazas como las de Trump requiere no solo claridad en los objetivos, sino también unidad al momento de enfrentarlas.
No se trata de aplaudir acríticamente a quienes están en el poder, sino de ser capaces de reconocer los instantes en que los intereses del país están en juego. Elevar el nivel de la crítica es necesario en cualquier democracia, pero debe ejercerse con responsabilidad y, sobre todo, con visión de país.
Ante el reto que representa, una vez más, Donald Trump y sus amenazas, el país necesita liderazgos en todos los sectores de la sociedad que antepongan la dignidad nacional a los intereses partidistas. Urge que la oposición cuestione con propuestas, no con descalificaciones vacías. Y, sobre todo, necesitamos una ciudadanía consciente de que, en estos momentos, La Patria es Primero. Así lo pienso ¿Y tú?
Juan Luis Montero García
Abogado Penalista
@JuanLuisMontero