No me es ajena la locura, tampoco los trastornos de personalidad, por algo soy psicóloga. Mi elección vocacional se debió, sin duda, a intentar comprender un poco mejor los complejos procesos de la mente humana. Hay decenas de estudios psicológicos dedicados a la improbable tarea de conocer cuáles resortes emocionales se mueven detrás de las personas que buscan insaciablemente el poder. El tema es endemoniadamente difícil, dado que, como bien sabemos, el objeto más complejo del universo es el cerebro humano y más cuando éste quiere decididamente dominar al mundo (como Pinky y Cerebro) a costa de lo que sea.
Pero ver de cerca este proceso, en vivo y a todo color, tal como el que se está dando entre los líderes de las fracciones de MORENA en el Senado y la Cámara de Diputados es un espectáculo portentoso que no deja de asombrarme. ¡Vaya pleito!
Cuando llegó el paisano de López Obrador como secretario de Gobernación, muy al principio del sexenio pasado, se supo al poco tiempo que estaba muy cerca del oficialismo y de Palacio Nacional en particular.
En cuanto al exgobernador de Zacatecas, éste comenzó el sexenio bien avenido con el jefe del Poder Ejecutivo, pero la situación cambió cuando se aferró a ser el candidato presidencial de la 4T en el proceso electoral de este año que termina. Gracias a las bien ejecutadas genuflexiones que practicó el entonces senador, Don Ricardo llegó a ser una distinguida “corcholata”, al igual que Don Adán, pero no han parado de pelear desde ese entonces.
Hace unos cuantos días se destapó abiertamente el enfrentamiento entre ambos coordinadores parlamentarios del partido en el gobierno. Para uno más que para otro parece que Tabasco ha dejado de ser un Edén y podría transformarse rápidamente en una pesadilla.
Un discípulo de Freud, Alfred Adler, también psicoanalista vienés, describió a principios del siglo XX al afán de poder como el núcleo central de los trastornos psicológicos, del sufrimiento personal, de la falta de empatía y, por lo tanto, del sufrimiento que producimos en otros. Su enfoque ético sobre este trastorno mental que persigue el dominio de los demás, lo llevó a reflexionar sobre las sociedades éticamente sanas y en la búsqueda del bien común en los grandes grupos humanos o sociedades complejas. Los encontronazos entre los machos alfa para ver quién es mejor para conquistar al mundo nunca han traído cosas buenas para los homo sapiens. La enfermedad progresiva y mortal que es la ambición generalmente deja a su paso una desoladora destrucción.
No sé cómo va a terminar este desencuentro, lo veremos seguramente en el próximo año que ya casi comienza.
Yo prefiero con mucho, ser expulsada de ese paraíso. Sin duda.
Felices fiestas y nos vemos en el 2025.
POR TERE VALE
PAL