La organización de los BRICS es un foro político y económico de países emergentes instituido en 2010 por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, para fortalecer negociaciones multilaterales entre ellos y con terceros, además de generar sinergias favorables al fungir como contrapeso a organizaciones similares creadas en occidente.
No deja de ser asombroso que durante casi 13 años de reuniones anuales los logros y alcances de los BRICS hayan sido pocos, y que en sólo dos años, 2023 y 2024, hayan logrado la incorporación de 13 nuevos miembros, además de presentar importantes pronunciamientos a la integración de un frente que aglutine a la mayor parte de los países del “Sur Global” y aumente su poder de negociación en todos los ámbitos.
Así, en 2023, se sumaron al grupo 4 países: Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán, y, en 2024, muchos otros presentaron su solicitud para también constituirse en miembros del grupo, como Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía -también país miembro de la OTAN-, Uganda, Uzbekistán y Vietnam. Se estima que los BRICS representan alrededor del 35% del PIB mundial y más de 45% de la población del orbe.
Analistas especializados en el tema equiparan de alguna forma al grupo de los BRICS con el ya obsoleto Grupo de los 77- No Alineados-, creado a mediados de la década de los 60 del siglo pasado por países en vías de desarrollo, cuyo objetivo primordial era promover sus intereses económicos colectivos y mejorar su capacidad de negociación ante organizaciones y países del mundo desarrollado.
Quizás la mayor diferencia entre el llamado grupo de los 77 y el de BRICS resida en el papel preponderante de Rusia, que nunca formó parte de los “No Alineados”.
Es probable que el resurgimiento del grupo de BRICS en los últimos años obedezca, por una parte, al interés de Vladimir Putin por constituir un grupo de apoyo a Rusia, demostrando con ello a occidente que de poco o nada ha servido el embargo económico impuesto a su país como consecuencia de su intervención militar en Ucrania, y, por la otra, que la reconstitución del grupo le brinda un valiosísimo espacio para colocarse como uno de los nuevos líderes de la tan esperada multipolaridad, que al final de cuentas, no es otra cosa que socavar la actual hegemonía de los Estados Unidos.
Durante la XVI cumbre de BRICS, del 22 al 24 de octubre en la ciudad rusa de Kazán, con asistencia de 36 lideres o representantes de igual número de países, entre los que se encontraban los presidentes de China, India, Turquía y otros más, Putin aprovechó su presidencia temporal para pronunciar un discurso inaugural cuya principal propuesta versó sobre la creación de un nuevo “orden mundial democrático representativo” que privilegie la cooperación, la seguridad, la economía y las finanzas de los países miembros.
Bajo este tenor fue presentada la iniciativa del presidente del Brasil, Lula da Silva, misma que ha sido apoyada por los presidentes Xi Jinping de China y Putin de Rusia, entre otros, para que las transacciones de comercio exterior del grupo se lleven a cabo en divisas distintas al dólar, es decir desdolarizar las operaciones de comercio exterior, con lo que, sin lugar a dudas, se busca debilitar la posición de la moneda norteamericana, y, con ello, la de los Estados Unidos, dando pie al deseado sueño del presidente ruso de pasar de la hegemonía geopolítica de la unipolaridad a una multipolaridad en la que él figuraría como uno de los principales líderes del mundo.
Desde la última reunión de los BRICS, el pasado octubre, la situación prevaleciente ha cambiado. La elección de Trump como nuevo presidente de los EU, podría alterar los planes y pronunciamientos encabezados por Putin durante la reunión de Kazán. De facto, Trump ya amenazó a los países miembros y a los aspirantes a formar parte de los BRICS de imponerles un arancel de 100% a sus exportaciones hacia los EU en caso de que apoyen la desdolarización del comercio internacional.
Sería muy interesante saber cómo reaccionaron ante esta declaración del presidente electo de los EU, la India, China, el mismo Brasil y muchos otros países cuyo desarrollo depende en cierta medida de sus operaciones de comercio exterior con los Estados Unidos.
POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA
ANALISTA POLÍTICO
@TIGRE_AGUILAR_C