Si los estrategas de Claudia Sheinbaum quieren ser preclaros respecto de lo que ocurrirá en nuestra relación con Estados Unidos a partir del triunfo de Donald Trump, deben entender que el reducido margen de maniobra que tendrán solo puede tener una respuesta: cooperar. Si personajes como Lázaro Cárdenas Batel, Marcelo Ebrard, Juan Ramón de la Fuente o Rogelio Ramírez de la O tienen la tentación de defendernos con base en la soberanía o en la dignidad del pueblo, deben pensarlo dos veces. Lo que Trump requerirá de México es pragmatismo y resultados.
Trump será tan pernicioso o benéfico para México como Sheinbaum y su equipo quieran. Si se envuelven en un discurso soberanista, tenemos todas las de perder, incluida la cancelación del T-MEC, lo que sería catastrófico. Pero si ven la oportunidad de lanzar una alianza profunda, acomodando las prioridades mexicanas a futuro de Norteamérica, entonces nuestra oportunidad podría ser la más grande de todas.
Sheinbaum no debe descartar alternativas. ¿Qué pasaría, por ejemplo, si para salvaguardar la dignidad del maíz criollo o las áreas naturales protegidas decretadas contra la empresa Vulcan Materials, Trump decide que mejor no debe tener un Tratado comercial con México y en cambio le propone uno a Argentina? Catástrofe. Nuestra cercanía geográfica es una ventaja débil cuando millones de productos —incluidos perecederos— se pueden transportar por barco y llegar a tiempo al consumidor estadounidense. Trump puede hacer que nos olvidemos del nearshoring porque lo que a él le importa, en el fondo, es el friendshoring. Y el costo para México sería elevadísimo.
Pero en el otro escenario el futuro sería brillante. Si Sheinbaum acuerda una integración aún más fuerte con Trump, salvando el libre comercio, y combatiendo el fentanilo y la migración ilegal desde México, entonces, se abrirá un futuro muy positivo. No obstante, eso puede requerir un alejamiento explícito de cualquier inversión de China en el país; o una costosa gestión de migrantes ilegales en nuestro territorio, alejándonos de las políticas de izquierda de defensa de los derechos humanos.
¿Cuál de los dos costos está dispuesto a pagar Sheinbaum para el futuro de la relación bilateral? Al parecer, el último, porque ayer la Presidenta reiteró que “no competimos entre nosotros; sino al revés, nos complementamos […y…] esta fortaleza es indispensable en el terreno incluso geopolítico”. Va quedando claro.
LUZ ELENA
La clave del plan energético presentado ayer para la generación eléctrica por parte de la Secretaria de Energía, Luz Elena González, está en la nueva figura creada, llamada “Productores Mixtos”, que abrirá la puerta a la inversión privada siempre y cuando el privado se asocie con el gobierno, que tendrá 54 por ciento. Bien. Era el mecanismo que faltaba.
POR: CARLOS MOTA
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