“Se requiere de cooperación y entendimiento económico recíproco a estos grandes desafíos. A un arancel, vendrá otro en respuesta”: Claudia Sheinbaum
Las personas nacidas en México durante la década de 1990 les parece “natural” la relación comercial, turística, política e incluso bicultural con Estados Unidos, así como que las temáticas y problemáticas entre las dos naciones se colocaran en la mesa de manera particular, es decir, cuestiones de seguridad, por un lado, migración por otro, relaciones comerciales y económicas por otro y, claro, la política mediando e interviniendo de manera transversal. Hasta que apareció el outsider de la política estadounidense y decidió mezclarlo todo, comercio con seguridad, migración con economía, trabajo con separación de familias y los intentos permanentes de separar la cultura “americana” de la mexicana.
Sin embargo, esta relación no está dada por sí misma, sino que se debe construir mediante la política. Cuando James Carville, asesor de Bill Clinton, dijo “es la economía, estúpido” en la campaña de 1992, refería a que se debía priorizar la vida cotidiana de las y los estadounidenses, seguir siendo el hegemón mundial en lo económico. Hoy, en toda esta mezcolanza que hace Trump, cuando dice que hará deportaciones masivas y que hará que las empresas norteamericanas “vuelvan a ser grandes otra vez” mediante el cierre de importaciones o que realizará el muro fronterizo más grande del mundo, también refiere a los intereses de las y los ciudadanos.
En este sentido, el mensaje —con estridencia y falta de tacto— que publicó en su plataforma Truth Social, e inmediatamente amplificó Musk en X, acerca de que desde el primer día en la Casa Blanca, el 20 de enero, impondrá aranceles de 25 por ciento a productos mexicanos —y canadienses— y 10 por ciento más a los provenientes de China, es una muestra de que a través de la “guerra comercial” y el bullying, Trump está haciendo política… a su manera, pero política. Su mensaje concluye con una amenaza abierta: “tanto México como Canadá tienen el derecho absoluto y el poder para resolver fácilmente este problema que ha estado latente durante mucho tiempo. Por este medio exigimos que usen este poder (…) y hasta que lo hagan, es hora de que paguen un precio muy alto”.
Este mensaje retumbó en Ciudad de México, donde la presidenta Sheinbaum convocó a Ebrard y a De la Fuente para realizar una respuesta integral. Y así fue, Sheinbaum respondió de manera firme, y a su vez conciliadora, defendiendo la imagen de los connacionales, pero también aludiendo al consumo de drogas y tráfico de armas de EUA hacia nuestro país y dejando en claro que a un arancel corresponde otro arancel. También la presidenta de México sabe hacer política, separar los temas y plantar cara a su homólogo estadounidense. Un par de días después tuvieron una llamada para abordar migración y seguridad.
Así, el entuerto de T-MEC seguirá dando de qué hablar tanto por Trump, como por Trudeau, quien también arremete en contra de nuestro país por su campaña para Primer Ministro. Es de reconocer que los perfiles para afrontar esta ardua tarea son mejores que en la administración anterior y que, por ahora, Claudia Sheinbaum no se dejará amedrentar por las amenazas del millonario. Veremos más adelante si tiene que dar su brazo a torcer con políticas de migración y seguridad para contener los embates comerciales, es decir, mezclar las problemáticas y “jugar” al juego que dicte Trump, pero en este momento, todo vuelve a resolverse a través de la política.
PAL