Columna Invitada

Ahí viene el lobo...

La historia es bien conocida: un pastorcillo con ganas de divertirse, juega una broma a los aldeanos del pueblo

Ahí viene el lobo...
Sergio Torres Ávila / Columna invitada / El Heraldo de México Foto: Especial

A dos meses de que Trump asuma la presidencia de Estados Unidos por segunda oportunidad, las alarmas están encendidas. Donald viene reloaded y esta vez no perderá oportunidad de imponer a rajatabla las políticas que su ideología, sus intereses y los compromisos con sus patrocinadores le mandaten. Proteccionismo, seguridad interna, agresividad en las relaciones internacionales y amistad interesada con quien se someta. El sheriff volvió con la misión de poner orden.

El nuevo gabinete confirma que Trump no quiere blandos en el frente de esta segunda gran batalla. Rubio y Lighthizer, por nombrar a los más duros. Particularmente, los temas más conflictivos, los que más profundo y más rápido impactarán a México: seguridad, migración y comercio, están ya en la agenda del día.

No es descabellado afirmar que se nos viene, como país, un tren de frente. En una posible tormenta perfecta, como las que se repiten cada tanto en la gestión de los países, el impacto político y económico puede ser devastador para México, revelando un país incapaz de gestionar un flujo enorme de repatriados, uno mayor de extranjeros en tránsito de regreso al sur o varados en su frontera norte, por miles, con una economía paralizada por el tipo de cambio y los aranceles en modo crisis económica (¿se acuerdan de los años 80´s y 90´s del siglo pasado?) y, por si esto no fuera poco, en medio de una crisis de seguridad no creciente, sino ya crecida. Una desestabilización nunca antes vista.

Si bien, por hoy, este es sólo un escenario factible, de los múltiples que cualquier estrategia política debe considerar, lo que sí es muy real es la preocupación que nos despierta, o nos debería despertar como nación, la aparente falta de una estrategia más firme, con todos los recursos humanos y financieros, de parte del gobierno mexicano, desde ya, para contener mediáticamente la percepción de debilidad mexicana.

Porque como nos repite la psicología: percepción es también realidad. La aparente tranquilidad, la racionalidad de la postura de la Presidenta y su equipo, en la que con argumentos, con datos y lobbying político y comercial se podrán aplacar los ánimos guerreros de nuestros socios y vecinos, no basta para sentirnos seguros.

Obviamente, la táctica de la serenidad tiene sus méritos, es papel del gobierno mexicano no incentivar el miedo y la incertidumbre. Y obviamente también, en un juego de póker no se muestran las cartas al inicio de la partida. Los planes B, C y D que haya, o que ya debería haber, se deben manejar con discreción. Pero eso no es suficiente. Esperaríamos ver una suerte de actitud más agresiva, dadas las circunstancias, un plan más proactivo de construcción de una narrativa nacional más fortalecida, una postura pública más firme.

Esto nos recuerda la antiquísima fábula del pastor de ovejas. La historia es bien conocida: un pastorcillo con ganas de divertirse, juega una broma a los aldeanos del pueblo. Grita pidiendo auxilio porque ahí viene el lobo, ellos corren a ayudarlo, solo para descubrir con desagrado que el chico les vio la cara, no había lobo.

Ufano, el pastor repite la burla un par de veces más, hasta que al lobo se le ocurre aparecer de verdad. Entonces ya no hay aldeanos solidarios ni socorro que valga. Y el lobo se despacha en grande con las ovejas del muchacho.

Inversamente, pareciera que las circunstancias, las señales y los mensajes le gritan a México que se prepare con urgencia, que la llegada del lobo no es mentira, que esta vez Trump y su armada van más en serio que nunca. Mientras que parece que la actitud de este lado es “no pasa nada”, que se piensa que las circunstancias históricas son diferentes al 2017 y que, esta ocasión como la anterior, saldremos adelante.

Pero esta vez el llamado de urgencia es de verdad: no es que ahí viene el lobo, es que ya llegó. Y el problema es que no sólo puede acabar con nuestro rebaño, sino con la estabilidad del país, con el bienestar de su población y con la perspectiva de México como nación desarrollada. Llegó el momento de actuar.

POR SERGIO TORRES AVILA
@SERGIOTORRESA

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