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¿Jueces jóvenes? ¿Y por qué no?

La sociedad mexicana, el pueblo de México, debe apoyar a los jóvenes jueces y juezas que demuestren integridad, dándoles por lo menos el beneficio de la duda

¿Jueces jóvenes? ¿Y por qué no?
Miguel Ángel Marmolejo / Conectando Cables / Opinión El Heraldo de México Foto: Heraldo de México

Hago alusión al impecable artículo intitulado ¿Jueces jóvenes? de la Dra. Leticia Bonifaz, a quien yo mismo la he descrito como una gran constitucionalista de México, y que a mi parecer debiera postularse al cargo de ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, hoy Corte Popular Suprema.

En su artículo nos plantea los retos que enfrentarán los candidatos jóvenes a propósito de las imágenes infantilizadas de los conejillos de corbata y moño en la sala de plenos de la Corte, cuestionándose si cualquier joven recién egresado puede ser juez, magistrado o ministro, esperando ella prudencia de ellos, por no estar preparados para serlo, por muy brillantes que sean, al carecer de la especialización formal o práctica, ya sea mediante un posgrado o trabajo en campo, debido a que el derecho se aprende haciendo, y en la judicatura hay que aprender haciendo buenos argumentos y a valorar pruebas, oficio que no se aprende de la noche a la mañana, a pesar de que se apoyen en los secretarios de estudio y cuenta; es pues una crónica de un desastre anunciado.

Comparto parcialmente su análisis. La buena experiencia adquirida por buenos y malos casos, es insustituible. Madurar en términos jurídicos, es analógicamente igual a los buenos vinos tintos, entre más añejo, mejor, porque es verdad que el camino del decir al hacer toma tiempo, discernir y pensar jurídicamente requiere de tiempo, hay muchos tecnicismos, confusiones, trampas procesales, incongruencias, absurdos, malos hábitos, y presiones que hay que saber torear, por algo existe el dicho de que como vives juzgas; sin embargo, me aparto de la apuesta al desastre, yo le apuesto más bien a encontrar un equilibrio funcional (La ley y la 4T) y no por ello traiciono mis valores éticos, sino que respeto la voluntad popular.

Entonces, los jóvenes no solamente brillan por su inteligencia (algunos por su ausencia), sino también por su creatividad y por su hambre y sed de justicia, pero además, si su conciencia y su corazón están bien formados, sabrán distinguir entre el bien y el mal, requisito fundamental en la búsqueda de la justicia.

El rey Salomón, quien también era joven, hizo gala de estos pensamientos. En 1 Reyes 3:9-12 de la Biblia de Jerusalén, reza: “Concede, pues, a tu siervo, un corazón atento para juzgar* a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. Cierto, ¿quién podrá hacer justicia a este pueblo tuyo tan grande? Agradó al Señor esta súplica de Salomón.

Entonces le dijo Dios: “Por haber pedido esto y no una vida larga o riquezas para ti ni tampoco la vida de tus enemigos, sino inteligencia para atender a la justicia, obraré según tu palabra: te concedo una mente sabia e inteligente, como no ha habido antes de ti ni surgirá otro igual después.” *Salomón pide una sabiduría práctica, no para su propio gobierno, sino para el pueblo.

La inteligencia para atender a la justicia, en los tiempos actuales, significa que los jóvenes jueces se adapten rápidamente, estudien el caso arduamente, planifiquen estratégicamente, identifiquen la litis y precedentes, colaboren con sus pares, busquen acompañamiento, privilegien el fondo sobre la forma, y no se acobarden ante las presiones, hagan siempre lo que es correcto, lo que está bien.

¡Qué alta responsabilidad tienen los Comités de Evaluación en la búsqueda y selección de candidatos! La sociedad mexicana, el pueblo de México, debe apoyar a los jóvenes jueces y juezas que demuestren integridad, dándoles por lo menos el beneficio de la duda; de mi parte tienen mi certeza y segura confianza como bien lo establece el Derecho Bíblico. 

POR DR. MIGUEL ÁNGEL MARMOLEJO CERVANTES

COLABORADOR

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