Morena y sus aliados arrasaron en la última elección presidencial, pero aun así no pudieron conseguir la mayoría calificada en el Senado de la República.
Para conseguir los números, tuvieron que “adquirir” la lealtad de tres legisladores que llegaron al Congreso por la vía de la oposición. Ya instalados en su nueva mayoría, el oficialismo pregona que están legitimados para sacar adelante cualquier reforma porque cuentan con el apoyo absoluto de los votantes mexicanos.
En números redondos, Morena y sus aliados obtuvieron el 60 por ciento de los votos en la elección presidencial, mientras que para el Congreso de la Unión alcanzaron el 55 por ciento de la votación; es decir, que casi el 10 por ciento de sus electores decidieron apoyar la candidatura presidencial pero no a sus candidaturas en el Congreso Federal.
Estamos hablando de voto diferenciado, que no por ser poco común en la democracia mexicana, es inexistente.
Para algunos votantes no tiene sentido entregar todo el poder a un solo proyecto político, por eso dividen sus votos entre las distintas opciones, ejercen su derecho de manera diferenciada, no votan por el mismo partido político en todas las boletas.
La intención de fondo es restringir el poder del candidato presidencial de su preferencia, quieren generar equilibrios a través del Congreso para que actúe como el contrapeso necesario en la búsqueda de un mejor ejercicio de gobierno.
Después de ver cómo se desvanece su intención de lograr un ejercicio del poder equilibrado, ¿qué pensarán estos millones de mexicanos?, los cuales son simpatizantes de Morena, pero no constituyen su voto duro y por lo tanto son más propensos a criticar sus acciones.
Hasta el momento no existe un ejercicio estadístico que muestre el sentir de los mexicanos con los primeros resultados de la reforma al Poder Judicial; sería bueno que lo hubiera.
Mis argumentos no pretenden dar por cierto que estos electores estén en desacuerdo con los resultados, al contrario, existe la posibilidad de que estén conformes con el uso del poder ejercido por la 4T hasta el momento.
Una encuesta sobre lo que están pensando los mexicanos en este momento, revelaría de una vez por todas en donde estamos parados, si la mayoría aprueba el ejercicio del poder sin contrapesos, entonces vamos por buen camino.
En cuyo caso, poco podrían hacer la oposición y las voces disidentes, estaríamos frente a la construcción de un proyecto de largo plazo con la autorización de hacer con nuestro país lo que le plazca. Los cimientos de esta nueva realidad, resultarían imposibles de entender sin la participación activa de muchos ex gobernantes que hoy se rasgan las vestiduras defendiendo a la democracia, culpable también sería la oposición en gran medida.
No conformes con la reforma al Poder Judicial, ahora la 4T va por la eliminación de cualquier recurso que se pueda interponer contra la voluntad de sus legisladores, a nadie debe quedarle duda que el país está a punto de cambiar por completo.
Lo anterior sucede ante la mirada complaciente de la mayoría, ya sea por ignorancia, desinterés o por aprobación, los mexicanos han decidido permitir el avance de un nuevo orden jurídico en nuestro país.
No se trata de mitificar los tiempos pasados ni de añorar la bonanza que nunca llegó para la mayoría, solo es poner en perspectiva la realidad y crear conciencia de lo que está pasando; la edificación del poder absoluto de la nueva presidenta.
POR HÉCTOR SERRANO AZAMAR
COLABORADOR
@HSERRANOAZAMAR
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