Corría en memoria de mi mamá, con lágrimas cayendo mientras la recordaba. Veía las hojas de los árboles caer. El cambio de estación marca claramente los ciclos del tiempo y de la vida. Corrí junto con varias mujeres unidas en la misma batalla contra el cáncer.
Es inevitable no trazar los caminos de las historias que nuestros padres vivieron. Tuve la suerte de tener una madre hermosa y presente. A pesar de que ha fallecido, todavía puedo sentir su cálida presencia.
Sé lo que significa venir a este mundo con un ala rota, teniendo un padre que decidió no amar ni estar ahí para mí. Entiendo ambos lados de la historia: el dolor de ser rechazada y la alegría de ser amada. Después de mi carrera, regresé a la universidad y reflexioné sobre la poderosa influencia de la paternidad al ver el brillo en los ojos de mi profesor, Omar Swartz.
Él me mostró con orgullo una noticia impresa sobre su hijo, Avi Swartz, quien trabaja en un laboratorio que, esa misma madrugada, había ganado el Premio Nobel de Química por su trabajo en el Diseño Computacional de Proteínas, junto a David Baker.
Ese orgullo en sus ojos me hizo comprender cuánto contribuye una familia amorosa y solidaria al éxito de un hijo.
Avi creció rodeado del amor y el apoyo emocional de sus padres y abuelos.
Crecer con abuelos no sólo proporciona cuidado, sino que también añade un sentido de sensibilidad al desarrollo emocional de uno mismo.
Como psicóloga, veo cómo este afecto puede ayudar a reconstruir y moldear el mundo emocional de una persona, añadiendo profundidad y resiliencia a su crecimiento. Unos abuelos amorosos son verdaderos tesoros de la existencia.
Ese mismo día asistí a un concierto del hijo de Jim Croce, quien compartió historias sobre su padre y su viaje por la vida haciendo música.
Con lágrimas en los ojos, Croce cantó las canciones de su padre, conectando con la voz del público a través de fotos y videos en el escenario.
Fue un puente al pasado: una carrera en la memoria de una madre, canciones en la memoria de un padre y unos ojos iluminados por el amor de un hijo. Croce cantó: “Times in a Bottle.” “Si pudiera guardar el tiempo en una botella, lo primero que me gustaría hacer es guardar cada día”.
No podemos cambiar la historia de nuestros padres, pero sí tenemos el poder de escribir una nueva narrativa para nuestros hijos, llenar sus vidas con amor y significado.
La forma en que elegimos ser y actuar hoy se convierte en el legado que dejaremos para el futuro.
Mi botella está llena de memorias con mi mamá, y es por eso que aún puedo sentir su presencia.
Ella y mi abuela se dedicaron a llenar esa botella, y ahora me toca llenar la de mis hijos.
Tú, querido lector, ¿qué recuerdos guardas en esa botella?
POR MÓNICA SALMÓN
PSICÓLOGA Y ESCRITORA
@MONICASALMON
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