“Si yo no gano ya no tendrán ninguna planta de manufactura. China se quedará con todas ellas debido a los vehículos eléctricos que fabricará en México”. Donald Trump.
En la actualidad vivimos tiempos de incertidumbre, esto es lo único constante. Los conflictos bélicos en Ucrania y en Gaza, así como la denominada guerra comercial (y política) entre China y Estados Unidos suponen una convulsión en todo el orbe. Sin embargo, esto también ha producido gran expectativa en nuestra región, pues debido a estos factores globales, la región latinoamericana y, en particular, nuestro país se puede ver beneficiada por la relocalización industrial, lo que arrojaría grandes réditos para los distintos países y su población. Estoy hablando del tan mencionado “nearshoring”.
Desde 2023 se habla constantemente del “nearshoring” y el impacto positivo en la economía mexicana, el gran clima de negocios y la bonanza que traería para las y los ciudadanos. Recordemos que durante las (larguísimas) campañas presidenciales fue un tema recurrente en toda entrevista, debates o plaza pública que pisaran las candidatas y el candidato, con sus “dimes y diretes” de quién sí podría concretarlo. Hoy es sabido que la presidenta es Claudia Sheinbaum y que Morena tiene mayoría en ambas
Cámaras para realizar las reformas que deseen sin necesidad de negociación alguna.
Hago franca alusión a esto porque todo aquello del “nearshoring” como la panacea de todos nuestros males y la esperanza económica del país se vería resuelta a largo plazo, casi como encontrar petróleo en tiempos del siglo pasado. Ya vimos lo sucedido en Nuevo León con la planta del multimillonario Elon Musk, Tesla, y su negativa de invertir en nuestro país; esta decisión puede parecer aislada y ligada a los resultados electorales estadounidenses, empero no ha sido el único en recular cuando de relocalizar su industria e invertir en México se trata.
La explicación de esto es consecuencia directa de la sensibilidad del llamado “entorno de inversión”, que a principios de 2023 era alto, en marzo de 2024 se encontraba aún mejor (46%), y que, en septiembre ha disminuido de manera aparatosa y hoy sólo 5% de especialistas en economía del sector privado ve un “buen momento” para invertir en nuestro país, según la encuesta realizada por el Banco de México.
Es decir, la incertidumbre mundial permanece, el “nearshoring” se va a concretar, pero —ahora— lo más probable es que México no se vaya a beneficiar de esta externalidad positiva debido al clima de negocios adverso que han generado las decisiones políticas, como la extinción de organismos autónomos y la Reforma al Poder Judicial.
Así, países de la región como Brasil, El Salvador, Guatemala o Costa Rica pueden ser los beneficiados de la relocalización de actividades, y México —con más de 3,152 km de frontera con Estados Unidos, salida a los océanos Pacífico y Atlántico—, observando una vez más.
Es de celebrar que Foxconn vaya a construir en Jalisco la mayor planta del mundo para ensamblar los superchips de Nvidia, sin embargo, esto se pudo replicar y potenciar en todo el territorio nacional. Es momento de reflexionar y poder hacer algunas modificaciones para mejorar el entorno de inversión y que el “nearshoring” sí pueda convertirse en una realidad para mejorar la economía de las y los ciudadanos del país. Aún tenemos la posibilidad de cambiar la visión y generar las condiciones para recuperar nuestro buen clima de negocios.
POR ADRIANA SARUR
COLABORADORA
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MAAZ