COLUMNA INVITADA

Poder y servicio

Los políticos mexicanos solo quieren otro puesto, uno de mayor nivel, de mayor salario, con mayores recursos, para desde ahí saltar al que sigue. Y de ahí, al que sigue

OPINIÓN

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Luis Pereda / Columna Invitada / Opinión de El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

El poder solo sirve para una cosa: para ejercerse. Esto es una simple verdad que se ha mantenido inmutable a través del tiempo. Lo entendió Aníbal el cartaginés, Julio Cesar el romano y Palmerston el inglés. Y también lo entienden los políticos profesionales mexicanos del siglo XXI. Nuestros políticos son como todos los demás, quieren tener más poder para poder hacer más. ¿Más qué? En palabras el gran Mario Alfonso Moreno Reyes, “ahí está el detalle”.  

La diferencia no está en los medios, sino en los fines. Mientras que Bismarck, Roosevelt o De Gaulle quisieron reconstruir, pacificar o unir. Los políticos mexicanos solo quieren otro puesto, uno de mayor nivel, de mayor salario, con mayores recursos, para desde ahí saltar al que sigue. Y de ahí, al que sigue. Tener para tener. La ambición hecha carrera política.

Idealmente, los políticos deberían ambicionar tener más poder, para poder servir a más personas. Es decir, para ejercer el poder político y sus recursos para el servicio de la gente, empezando por la más necesitada. Tener poder para mejorar la vida de las personas a través de servicios públicos básicos como salud, educación y seguridad. Pero dado que la política es construida por humanos y no por ángeles, a menudo la segunda mejor opción es poner los incentivos en el lugar correcto para hacer que los políticos construyan su carrera a base de servicio y resultados.  

En las próximas elecciones Ud. deberá escoger a la persona menos mala para el puesto. ¡Cómo! ¿La menos mala en lugar de la mejor? Sí, así funciona la democracia electoral y, en palabras de Churchill, es “la peor forma de gobierno, excepto todas las demás”.  

¿Qué evaluar en un político que quiere nuestro voto para acceder a un cargo público? Experiencia en puestos comparables. Capacidad. Honestidad. Vínculos profesionales. Antecedentes de combate a la corrupción. Apego a la legalidad. Respeto por los derechos humanos. Vocación democrática.

¿Cómo saber si una persona candidata es la menos mala para el cargo? Dicen que el poder no transforma a las personas, sino que las muestra como realmente son. Con base en esto, averigüe cómo se ha comportado esta persona en sus anteriores cargos públicos, cuáles han sido sus resultados y sus enredos. Tampoco es que sea una decisión completamente a ciegas.

Si la persona que está frente a usted en la boleta electoral quisiera que lo contratara como plomero, pintor, carpintero, guardia de seguridad,  médico, abogado, contador o tesorero, ¿Ud. lo contrataría? ¿No? ¿Por qué? ¿Por incapaz o ladrón? Bueno, entonces quizá tampoco sea buena idea contratarlo para que sea su representante político.

En una República el poder político dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. Usted es la fuente de ese poder y por lo tanto puede supervisar su ejercicio. ¿Qué herramientas tiene? Varias, una de ellas el Derecho. Por ejemplo, en cada uno de los 33 códigos penales de este país existen conductas penadas que, si son cometidas por servidores públicos, estarían cometiendo un delito como: ejercicio ilícito del servicio público, abuso de autoridad, concusión, intimidación, tráfico de influencias o cohecho.

También existen las responsabilidades administrativas de los servidores públicos, las cuales podrían traer sanciones como destitución o inhabilitación para los cargos públicos. El primer paso es denunciar para activar el sistema anticorrupción. Por supuesto, sin supervisión nada funcionará adecuadamente. Por eso también puede acercarse a las distintas organizaciones de la sociedad civil dedicadas a exponer actos de corrupción cometidos desde el poder. Además, también existe la opción de sumarse a un partido político para que desde ahí construya una opción diferente.

Recuerde una cosa muy importante, la política es demasiado importante como para dejársela exclusivamente a los políticos.

POR DR. LUIS PEREDA
MIEMBRO DEL CONSEJO DIRECTIVO DE LA BMA 

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