Porfirio Muñoz Ledo fue sin duda un grande de la política y las transformaciones democráticas de México. Tuve la oportunidad de organizar con él algunas conferencias sobre política mexicana y diplomacia. Siempre participaba con generosidad en las conferencias que se le invitara. Asistía además con entusiasmo a reuniones académicas en universidades. En la Cámara de Diputados nos apoyó como conferencista magistral en el PARLAMUN y en un homenaje póstumo para recordar a su compañero y amigo Adolfo Aguilar Zínser. Por supuesto que comimos en varias ocasiones para charlar sobre política exterior y el convulso sistema político. Finalmente, tuve el privilegio de participar en su programa de análisis en Mexiquense TV.
Nunca me atreveré a decir que fui su amigo personal, pero sí puedo afirmar que siempre me apoyó cuando lo necesitaba, eterno agradecimiento. El embajador, como le encantaba que le dijeran, siempre tenía una pasión para transmitir sus ideas y sus opiniones sobre la situación del país. Permítanme comentar algunas de sus ambiciones, aspiraciones, obsesiones y gustos.
Reformar el estado. Creo que esta fue una de sus grandes ambiciones. Muñoz Ledo encabezó diferentes esfuerzos intelectuales, políticos y legislativos para transformar el sistema presidencialista mexicano a uno que privilegiara más al congreso mexicano y la formación de mayorías legislativas que permitieran mayor gobernabilidad democrática.
La presidencia de la República. En el 2000 buscó la silla presidencial por el PARM y declinó su aspiración en favor de Vicente Fox. Privilegió el acuerdo y la negociación en favor de la alternancia política para sacar al PRI de los Pinos. Aceptó la embajada ante el Reino de Bélgica y las instituciones de la Unión Europea. Esta fue su tercera misión diplomática y un exilio temporal. No ser presidente de México seguramente fue una de sus pocas frustraciones en una vida política plena.
Trascender en la historia. Esta fue su eterna obsesión y es una característica que comparte con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
La buena vida. Si Porfirio aceptaba participar en alguna actividad académica o política era una cortesía obligada invitarlo a desayunar, comer o cenar. Le encantaba lo mejor de los restaurantes, era lo menos que uno -como aprendiz de brujo- podía hacer para agradecer siempre su generosidad. Departir con él en un buen lugar de la Ciudad de México era una garantía de que te robarías de él un poco de experiencia, sarcasmo político y frustraciones de su relación con el presidente en turno.
Porfirio fue profesor universitario, secretario de Estado, líder y constructor de partidos, diplomático, candidato presidencial, parlamentario, analista y comentarista en medios de comunicación, líder de transformaciones democráticas y, sobre todo, político con visión de Estado. Cuanta falta le hace a este país políticos de la estatura de Porfirio. Se te extrañará mucho estimado embajador.
Agenda estratégica: La canciller Alicia Bárcena Ibarra ya está en México. Está sosteniendo reuniones interesantes con integrantes del Servicios Exterior Mexicano, con los nuevos jóvenes diplomáticos egresados del Instituto Matías Romero, así como con políticos, legisladores, comunicadores y académicos especializados en política internacional.
POR GERARDO RODRÍGUEZ
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