Apuntes de Guerra

El Muro en las Narices

Hay varios acontecimientos recientes, que no están conectados entre sí, pero que ilustran el viejo refrán: 'no hay peor ciego que el que no quiere ver

El Muro en las Narices
Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Decía un viejo refrán, que hoy sería considerado insensible, que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Me he acordado de ello en estos días a raíz de varios acontecimientos que no necesariamente están conectados entre sí, pero que ilustran los riesgos de colocarnos un muro frente a las narices que nos impida ver las cosas correctamente y en su debido contexto.

Primero, y de manera casi simultánea, dos tragedias en el mar: en el Mediterráneo, una embarcación sobrecargada de migrantes africanos se hundió, a plena vista de la Guardia Costera griega, que no hizo nada para intervenir antes de la tragedia, no obstante la evidente fragilidad del navío. Más de 500 hombres, mujeres y niños murieron en la tragedia, y la mayoría de los sobrevivientes fueron rescatados por yates particulares. La asistencia oficial fue la mínima.

Días después, un sumergible con cinco turistas pasajeros descendió a ver de cerca los restos del Titanic. Cuando perdió contacto con la superficie, se desató una masiva operación internacional de búsqueda e intento de rescate con barcos, aviones y helicópteros. Cada uno de los turistas pagó un cuarto de millón de dólares por el viaje, que al final les costó la vida. Los medios internacionales le dedicaron planas y horas enteras a la cobertura de ese triste percance. 

¿Doble moral?

El viernes, otra noticia dominó: el Grupo Wagner, una organización de mercenarios rusos, se había rebelado y avanzaba sobre Moscú. Medios y analistas se apresuraron a escribir las exequias del régimen ruso y su presidente, Vladimir Putin. Pero el levantamiento duró menos que algunas óperas de Wagner: para el sábado por la tarde los supuestos rebeldes habían detenido su marcha y dado vuelta en U. Su comandante, contratista del Ministerio de Defensa ruso, huyó a la vecina Bielorrusia con la cola entre las patas y “sus” soldados regresaron a sus puestos de combate en Ucrania. Nada de fondo cambió tras su monumental (y peligrosísimo) berrinche, y los profundos análisis y vaticinios se quedaron en eso, puras ilusiones y buenos deseos. Leo, mientras tanto, la más reciente edición de la prestigiada Foreign Affairs, que trata sobre el mundo no alineado y busca explicar (o entender) por qué tantas naciones se han negado a tomar el lado de Occidente (léase EU) ante el conflicto en Ucrania. Las respuestas son tan interesantes como evidentes: ni a la India, ni a Brasil, ni a la mayor parte del mundo, les atrae una retórica occidental que resulta, cuando menos, hipócrita si recordamos las numerosas instancias de invasiones o intervenciones estadounidenses en otros países. 

Si bien, no hay un capítulo expreso acerca de México, queda claro qué naciones intermedias, cómo la nuestra, poco tienen que ganar y mucho que perder si toman abierto partido por una de las partes en ese o cualquier otro conflicto. Más les conviene navegar las difíciles y tormentosas aguas de la multipolaridad, en vez de subordinarse a una sola de las potencias. Sírvannos estos ejemplos, queridos lectores, para ver que el mundo no está pintado de blanco y negro, que no hay verdades absolutas y que a veces nuestros propios muros nos impiden percibir las complejidades y los matices de todo aquello que nos rodea.

POR GABRIEL GUERRA
COLABORADOR
GGUERRA@GCYA.NET
@GABRIELGUERRAC

PAL

Temas