Columna Invitada

Fentanilo, el problema de salud pública

A pesar de estas restricciones, el fentanilo ha encontrado su camino hacia las calles de México, donde se ha convertido en una droga popular entre los consumidores de opioides

Fentanilo, el problema de salud pública
José Lafontaine Hamui / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

En México, el fentanilo ha sido uno de los mayores problemas de la salud pública en los últimos años. Este opioide sintético altamente adictivo y peligroso ha causado una ola de muertes en todo el país, lo que ha llevado a las autoridades a tomar medidas extremas para frenar su distribución y uso.

El fentanilo es un analgésico narcótico extremadamente potente que se usa en hospitales para tratar a pacientes con dolor intenso, como el causado por el cáncer. Sin embargo, debido a su potencia y peligrosidad, su uso se encuentra altamente restringido y solo se puede obtener con receta médica. Este opioide sintético, extremadamente potente, ha emergido como un problema creciente de salud pública en México, al igual que en muchas otras partes del mundo. Aunque las autoridades han respondido con una serie de medidas para frenar su uso indebido y distribución, la crisis persiste y aún se necesita más trabajo.

A pesar de las iniciativas y esfuerzos implementados, la situación del fentanilo en México todavía se encuentra en una etapa crítica. Las autoridades han desplegado medidas extremas, que van desde la aplicación de la ley para desmantelar redes de distribución ilegal hasta la implementación de programas de prevención y educación. Sin embargo, la magnitud del problema exige un esfuerzo continuo y ampliado para abordar todos los aspectos de este problema de salud pública.

A pesar de estas restricciones, el fentanilo ha encontrado su camino hacia las calles de México, donde se ha convertido en una droga popular entre los consumidores de opioides. El fentanilo es altamente adictivo y puede causar una serie de efectos secundarios peligrosos, incluyendo problemas respiratorios, náuseas y vómitos, depresión respiratoria y en casos extremos, la muerte.

En México, la situación se ha vuelto cada vez más grave en los últimos años. Según un informe de la Secretaría de Salud, las muertes relacionadas con el consumo de opioides, incluyendo el fentanilo, han aumentado un 292% desde 2012. En 2018, se registraron más de 3,000 muertes relacionadas con el consumo de opioides en todo el país.

Para combatir este problema, las autoridades mexicanas han tomado medidas extremas. En 2019, el gobierno de México lanzó una campaña llamada "Juntos por la Salud", que tiene como objetivo combatir el uso y distribución de opioides en el país. La campaña incluye la promoción de prácticas más seguras para la prescripción de opioides, la educación pública sobre los peligros del consumo de opioides y la colaboración con los gobiernos estatales y locales para rastrear y detener a los traficantes de drogas.

A lo largo de los últimos años, las autoridades mexicanas han estado implementando estrategias y acciones para contrarrestar la creciente epidemia de adicción a los opioides en el país. Uno de los enfoques más notables de estas medidas es el desarrollo y expansión de los centros de tratamiento para individuos adictos a los opioides.

En 2019, se produjo un hito importante cuando el gobierno mexicano inauguró un centro de tratamiento de adicciones especializado en Ciudad Juárez, ubicado en el estado de Chihuahua. Este centro se enfoca particularmente en el tratamiento de personas adictas al fentanilo, un potente opioide sintético que es hasta 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más potente que la morfina. Su uso indebido se ha convertido en un problema importante de salud pública debido a su alta potencial de adicción y el riesgo de sobredosis letal.

Sin embargo, a pesar de estas medidas, la situación sigue siendo alarmante. El fentanilo sigue siendo fácilmente disponible en las calles de México, y su consumo sigue siendo un problema grave de salud pública. Además, las autoridades mexicanas se enfrentan a desafíos adicionales, incluyendo la corrupción en las fuerzas del orden y la falta de recursos financieros para combatir el problema. Se necesita aumentar los recursos financieros para combatir el tráfico y el consumo irresponsable de fentanilo. Esto implica incrementar el financiamiento para las operaciones de aplicación de la ley, mejorar las tecnologías de detección y rastreo, y reforzar las cooperaciones internacionales para frenar la producción y distribución de esta droga.

Y desde luego, se necesita un mayor énfasis en el tratamiento y la rehabilitación. El aumento de la disponibilidad de centros de tratamiento bien equipados y de alta calidad es una parte fundamental de esta ecuación. La creación de estos centros facilita el acceso a tratamientos integrales y servicios de apoyo, permitiendo a los individuos adictos la oportunidad de recuperarse y reintegrarse en la sociedad.

Sin embargo, se debe tener cuidado para garantizar que estos esfuerzos no interfieran con el uso legítimo y médicamente necesario del fentanilo. Es importante recordar que el fentanilo es un medicamento que, cuando se utiliza correctamente bajo la supervisión de un profesional de la salud, puede aliviar el dolor severo y mejorar la calidad de vida de aquellos que padecen enfermedades graves y crónicas. Por lo tanto, los esfuerzos para controlar su uso indebido deben equilibrarse con las necesidades de aquellos pacientes que dependen de él para controlar su dolor.

Este problema se debe abordar con un enfoque integral que incluya la educación, la prevención, el tratamiento y la aplicación de la ley, siempre teniendo en cuenta su uso legítimo y terapéutico. Es un desafío considerable, pero uno que es esencial para la salud y el bienestar de la sociedad mexicana.

POR JOSÉ LAFONTAINE HAMUI

ABOGADO

PAL

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