COLUMNA INVITADA

Un nuevo juicio contra Trump, un nuevo error

Al mismo tiempo que existe una gran cantidad de estadounidenses a quienes el solo hecho de imaginar al magnate

OPINIÓN

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Javier García Bejos / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Al mismo tiempo que existe una gran cantidad de estadounidenses a quienes el solo hecho de imaginar al magnate neoyorkino otra vez al mando en la sala oval les provoca escozor, existe otro tanto a quienes les encantaría volver a tenerlo como presidente. Esta gran división es la que hoy mantiene en vilo a nuestro vecino en una suerte de nueva guerra de secesión pero esta vez solo en plano de lo discursivo.

Durante su presidencia, Donald Trump fue sometido a dos juicios políticos, o impeachment como se les conoce en la jerga política de Estados Unidos, con el objetivo de destituirlo. De ambos juicios el empresario convertido en político salió ileso. Y mucho me temo que esta nueva intentona de los demócratas por anularlo políticamente también fracasará.

Y es que los cargos que ahora se le imputan son demasiado débiles y dudo que el caso prospere. Además, sitúa a Trump en la posición favorita para un político de su estirpe, lo convierte en una víctima. En un perseguido político. Así lo ha dicho en diversas ocasiones y más ahora después de su comparecencia en Manhattan, “esto es una persecución política”.

Además, la actual posición global de Estados Unidos no es la mejor, Biden es un presidente con un liderazgo débil, su país es cada vez más irrelevante en la geopolítica mundial, y la prueba de ello es el ascenso imparable de Putin y Xi Jinping. En ese sentido, Trump es experto en canalizar el orgullo herido de sus connacionales a su favor y traducirlo en votos.

Si Trump es culpable o no de este y otros supuestos crímenes, cabe mencionar que es investigado desde hace tiempo por cortes federales y estatales por delitos de diversa índole, entre los que destaca el ataque al Capitolio en enero de 2021, no lo podría asegurar y menos aún con la evidencia que se ha presentado hasta ahora.

Lo que sí tengo muy claro es que esto es dinamita pura para el neoyorquino y contrario a lo que sus rivales esperan o desean, le da mayor fuerza electoral, ya que las leyes estadounidenses no prohíben que alguien que enfrente un proceso legal en su contra se pueda presentar a una elección para un cargo: aquí la presunción de inocencia se aplica con rigor.

Y si bien algunos pueden pensar que esto puede traducirse en un agravante para la imagen de Trump, a estas alturas da igual de qué lo acusen, su base fanática lo idolatra a tal punto que nada que se le pueda imputar podrá afectarlo en términos de credibilidad y popularidad, para ellos, sus fans, él es una especie de mártir azuzado por una “izquierda malévola” -hablar de una izquierda poderosa en Estados Unidos es un poco irrisorio, pero en fin- que no descansará hasta acabar con él.

Y el Partido Republicano… a falta de una opción viable para recuperar la Casa Blanca, ha cerrado filas en torno a su candidato más fuerte, porque una cosa está muy clara en el GOP, su radicalización es ahora más sólida que nunca y no darán marcha atrás. Tienen a un potente orador e hipnotizador de masas con una base de seguidores ultra fieles que moverán todos los recursos posibles para que el Trumpismo recupere el poder.

Del otro lado, las batallas que se están librando para que lo anterior no suceda son las equivocadas porque lejos de minar el apoyo al expresidente, lo dinamitan y lo fortalecen. La gente siempre empatiza con el mártir, el perseguido y más si este se asume como mesías. En Latinoamérica conocemos muy bien esos cuentos, pero al parecer los enemigos de Trump no, y se equivocan otra vez en su estrategia para anularlo políticamente.

Javier García Bejos

Colaborador

@JGARCIABEJOS

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