Un 19 de abril de 1993, en Waco, Texas, llegaba a su fin uno de los episodios más bizarros y emblemáticos del surgimiento de los grupos ultra religiosos estadounidenses, tan de moda en los años setentas y ochentas del siglo pasado. Una secta encabezada por David Koresh, quien decía ser la reencarnación de Cristo, se preparaba para la llegada del fin del mundo con un arsenal suficiente para un pequeño ejército. Las autoridades federales decidieron tomar por asalto el Mount Carmel Center, provocando un enfrentamiento que duró 51 días y culminó en una de las mayores masacres de la historia de EUA.
Lo sucedido en Waco pasó a ser un símbolo para los grupos de extrema derecha en Estados Unidos, que abogan por el derecho a portar, poseer y acumular armas, profesan una profunda desconfianza al gobierno central y que creen que en las palabras de los fundadores de la nación se encuentra consagrada su libertad para rebelarse contra todo tipo de gobierno injusto.
Exactamente dos años más tarde, Timothy McVeigh llevaría a cabo un atentado en el complejo de edificios gubernamentales en Oklahoma que dejó 168 muertos. La fecha coincide además con la víspera del aniversario del nacimiento de Hitler (20 de abril), fecha evocadora para algunos sectores de la ultraderecha estadounidense.
Estos aniversarios funestos alimentan la narrativa de un estado profundo, acuerpado tanto por la perversidad de Washington como por las élites globalizadoras que buscan someter a los individuos libres. De esa patológica obsesión surgen y se nutren grupos fanáticos que buscan propagar sus teorías de conspiración y combatir a quien intenta someterlos.
Hay un vínculo estrecho, aunque no declarado, entre los grupos de extrema derecha y los movimientos evangélicos fundamentalistas. Los une la sospecha de la autoridad y la visión apocalíptica, además de un fanatismo religioso tremendamente pragmático que los lleva a encontrar a los los aliados en políticos oportunistas que ven en ellos los votos que tanto ansían.
Es el caso de Donald Trump, que logró hacer de la base evangélica una sólida plataforma y convertirse en su abanderado. No es coincidencia que hace unas semanas arrancara su campaña justamente en Waco, con un discurso que se ha entendido como un llamado a radicales de todo el país para unirse en torno a quien , por inconcebible que parezca, se presenta como el salvador de la moral estadounidense.
Pero si les preocupa Trump es que no han visto lo que está haciendo Ron DeSantis en Florida, convirtiéndose en adalid de la lucha anti-derechos: retirar de programas educativos materias como estudios afroamericanos; prohibiendo más de 500 libros en escuelas y bibliotecas públicas y restringiendo severamente los derechos de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, por solo mencionar algunos ejemplos.
Los sectores más extremistas ya mostraron hacia dónde quieren que se dirija EU. Si lo logran, en 2024 podríamos tener de vecino al primer Estado religioso del hemisferio occidental.
POR GABRIEL GUERRA
COLABORADOR
GGUERRA@GCYA.NET
@GABRIELGUERRAC
LSN