COLUMNA INVITADA

Pretty Baby, visitando a Brooke Shields

El documental nos revela, con doloroso detalle, el precio terrible de la objetivación sexual y el abuso

Pretty Baby, visitando a Brooke Shields
Pedro Ángel Palou / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Foto: Foto: Especial

Los adolescentes de mi generación crecimos junto con Brooke Shields, nuestra musa después de Nadia Comaneci y de las olimpiadas de Montreal. Fuimos a ver Blue Lagoon con la turgencia de nuestros propios despertares y, aventurados, pudimos apreciar en algún cineclub Pretty Baby, de Louis Malle. Este año, en Sundance, se estrenó el documental del mismo nombre dirigido por Lana Wilson que nos revela, con doloroso detalle, el precio terrible de la objetivación sexual y el abuso que sufrió la actriz desde niña y su propia lucha por convertirse en persona, ser capaz de pensar por sí misma y finalmente sobrevivir a todo lo que le ocurrió mientras se convertía en la estrella de cine que recordamos en los ochenta.

El documental es revelador y tremendamente poderoso por la manera en que articula sus argumentos. El central, cómo se le puede robar la vida y la agencia a un ser humano. La co-dependencia con la madre de Shields sale a la luz, a la vez que una violación sufrida por Brooke a los veintidós años. Los abusos, sin embargo, empezaron casi al inicio de su carrera, es decir en la tierna infancia de la actriz y modelo, hasta llegar al también abusivo matrimonio con el tenista André Agassi.

El caso de Shields, sin embargo, no es solitario y al mirar el documental uno no puede dejar de pensar que se trata de las entrañas podridas de Hollywood. Si Shields hizo Pretty Baby a los once y Laguna azul a los quince, luego fue prácticamente sometida en su rol en Endless Love por Franco Zefirelli, quien la maltrataba físicamente para que “sintiera” lo que su personaje requería. La actriz dice en el documental: “Durante toda mi vida se trató de es una cara bonita, un sex symbol. Una y otra vez.

Pensemos en la manera sensacionalista con la que fue tratada por la prensa su relación con Michael Jackson (el cantante tenía veinte y ella trece y Jackson sugirió que adoptaran un niño juntos). Pensemos en la madre misma declarando en el documental: “Desde que la traje del hospital supe que sería una estrella”. Así, debido a uno de sus roles, besó por primera vez en la pantalla a Keith Carradaine, dieciséis años mayor que ella.

Pensemos, también, en los desnudos de Laguna azul. El director, Randal Kleiser se limita a decir: “Es real, pasó de niña a mujer durante la filmación”. Brooke por su parte, aclara: “Querían hacer un reality show, querían vender mi despertar sexual”. La belleza como maldición, es lo otro que puede leerse entre líneas en el documental, a veces dicho como tal por la propia Brooke. Pagar el precio por una belleza que es usada, comercializada, de eso trata en realidad el revelador filme.

Varios de los entrevistados afirman que no se podría filmar hoy en día películas como las primeras tres de Shields. No estoy tan seguro, seguimos usando el cuerpo femenino, el rostro, la belleza como puntos de venta. La objetivación sexual está incluso encarnada en Instagram y Tik Tok. La explotación no ha disminuido, somos quizá solo más conscientes de que ocurre. Una de las personas entrevistadas afirma que la sexualización infantil fue en los setenta una respuesta al feminismo. No lo refuto, pero pienso que no hemos aprendido del todo y que la frialdad con la que la Brooke de hoy habla de sí misma refleja cuánto nuestra sociedad la dañó del todo.

 

Por Pedro Ángel Palou
Colaborador
@PedroPalou

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