Columna invitada

El perro de Alcibíades

La política es cosa de fábula. El perro de Alcibíades, el pollo de Mussolini y la gallina de Stalin

El perro de Alcibíades
Hermenegildo Castro / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

La política es cosa de fábula. El perro de Alcibíades, el pollo de Mussolini y la gallina de Stalin ilustran muy bien los recursos básicos para engañar y manipular al público con fines aviesos.

La extraordinaria escritora española Irene Vallejo nos recuerda con un texto poético: “Alcibíades era sobrino de Pericles y discípulo del filósofo Sócrates. Líder joven, consentido y muy inteligente, se convirtió en el ídolo de los atenienses. Cierta vez y sin motivo aparente mandó cortar la cola a un valioso perro de caza que había comprado a un precio exorbitante. Toda la ciudad se lanzó a conjeturar, opinar, condenar, indignarse. Alcibíades, tranquilo y risueño, confío a un amigo que, mientras los atenienses se preocuparan por el rabo de su perro, no se fijaban en su mal gobierno”.

La recientemente fallecida Madeleine Albright, quien fue secretaria de Estados de Estados Unidos, relata que “Mussolini observó en una ocasión que, cuando se trata de acumular poder, lo mejor es hacerlo como quien despluma un pollo -pluma por pluma-, de manera que cada uno de los graznidos se perciba aislado respecto a los demás y el proceso entero sea tan silencioso como sea posible”.

De ahí, agrega, “no hay día en que, al levantarnos, no veamos en el mundo elementos que serían los primeros indicios del fascismo: el descrédito de políticos reconocidos, la aparición de representantes que buscan la división en lugar de la unión, la búsqueda de la victoria política a cualquier precio y la apelación a la grandeza de la nación por parte de personas que sólo parecen tener un sentido retorcido de lo que ésta significa”

La gallina de Stalin es mucho más popular. No hay que buscarla en el Diario secreto de Georgi Dimitrov, quien fue secretario general del Komintern cerca de una década, sexto en la alta jerarquía, testigo de las fiestas privadas, los excesos y las confidencias de Stalin.

Basta una búsqueda en internet. Ahí están textos como el siguiente: “En una reunión, Stalin solicitó que le trajeran una gallina, la agarró fuerte con una mano y con la otra empezó a desplumarla. La gallina, desesperada por el dolor, intento escapar, pero no pudo. Así logró quitarle las plumas y dijo sus colaboradores: Ahora observen lo que va a suceder.

“Stalin puso la gallina en el piso y agarró un puño de trigo. La gallina, asustada, adolorida y sangrando, corría detrás de Stalin, picoteando el trigo. La gallina lo perseguía por todos lados. Entonces Stalin mira a sus ayudantes y les dice:

“Así de fácil se gobierna a los estúpidos. Así son la mayoría de los pueblos, persiguen a sus gobernantes y políticos a pesar del dolor que les causan, por el simple hecho de recibir un regalo barato o algo de comida por uno o dos días”

Esopo nos hace recordar nuestra niñez. Nos cuenta que el lobo disfrazado de oveja terminó cocinado, para indicarnos que las trampas resultan contraproducentes. El perro de Alcibíades, en cambio, es para adultos.

POR HERMENEGILDO CASTRO

COLABORADOR

@Castroherme

MAAZ

 

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